sábado, 13 de octubre de 2007

La bandera

Ayer fue el día del Pilar, y también el de la Hispanidad. Con la Hispanidad me pasa como con la mujer, los derechos humanos y todos esos conceptos que han sido merecedores de un día especial: que creo que no hace falta un día para resumir una vida.
Desde que soy muy pequeña, desde todas las instancias me vienen cantando historias de la bandera, y unos y otros se la han ido apropiando como emblema de sus pasiones más o menos lícitas. Yo siempre me he sentido española, a parte de mi que primera lealtad es para la humanidad en su conjunto, aunque eso siempre se ha visto como una debilidad y algo en cierto modo torcido.
Con el paso de los años, me atrevo a reivindicar mi derecho a ser española pero pertenecer también a la humanidad entera. Y me da igual que eso sea considerado una debilidad: ser débil es ser humano y eso quiero ser.
Por otra parte, no podré jamás dejar de ser quien soy, un ciudadano de un país del sur de Europa en el siglo XXI, con mucha hermosa y terrible historia a las espaldas, amante de la libertad y de cierta hermosa manera de vivir, que implica disfrutar de la vida y de la gente y ser amante - y amado - del sol.
Que nadie más me diga cómo tengo que querer a España, por favor.

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