Conocí a María con el pelo blanco y después de volver a Mérida, desde Madrid donde la había conocido, le escribí un par de cartas y recibí de ella también un par de preciosas misivas.
Su madre, María, fue maestra y mujer en años heroicos, cuando además de enseñar a ¿40, 50 o más niños en un aula?, fue madre de familia numerosa y mujer de ferroviario.
Sé que aunque su vida no fue fácil, siempre tuvo un gran sentido del humor y un gran realismo, salvo en corto periodo en que la enfermedad llenó de sombras negras su mente. Pero incluso este periodo fue seguido de una etapa alegre en que a pesar de su deterioro, cantaba y reía a solas.
Me hubiera encantado conocerla cuando toda su fuerza estaba intacta, y bregaba con sus siete hijos y los de los demás, enseñándoles no solo conocimientos, sino también valores como la constancia, la lealtad o la responsabilidad... Digo más, me hubiese gustado que conociese a mi madre, que se hubieran reído y disfrutado juntas. Ambas tenían la misma fe en la vida y en un Dios bueno y misericordioso, como ellas.
Para todas las que ya se fueron y sus años disfrutados y luchados.
Para todas las que ya se fueron y sus años disfrutados y luchados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario