viernes, 18 de enero de 2013

Cabo de Gata en enero

Viajar en enero tiene muchas ventajas. Se puede ver todo con tranquilidad y con condiciones diferentes, menos calor, aunque  también menos horas de luz. En el Cabo de Gata, la temperatura en enero está entre los 16 o 19 grados, que permite darte algún baño de impresión, con el agua algo fría, pero con el sol brillando y calentando, lo que convierte el baño en una experiencia agradable.
Y además la temperatura suave permite los paseos, algunos de ellos llenos de una hermosa melancolía, como el nuestro del pasado domingo en la playa de Mosul.

Otros hermosos paseos, algo más duros, nos han llevado desde Las Negras a la playa de San Pedro, donde junto a las ruinas de un antiguo cuartel hay una colonia ecologista, con varias casas autogestionadas y uno de los pocos manantiales de agua dulce de la zona. Y una bahía de agua cristalina, verdiazul, lo mejor de todo.
Además por primera vez hemos visitado Agua Amarga y en especial la playa de los muertos, que es una playa impresionante de gravilla blanca, que está en la parte norte del parque. Hasta ahora no habíamos pasado de Las Negras, y estas nuevas incursiones han sido muy estimulantes.
Concretamente, la playa de los muertos es una playa recta con dos grandes rocas al lado derecho, a la que se accede bajando por unas empinadas laderas, lo que no ha conseguido eliminar del todo la llegada de los vándalos, que abandonan en la playa archiperres de pesca, litronas, cajas de tabaco vacías o bolsas de frutos secos.
Aún así, esta playa impresiona, tanto avistada desde el mirador que hay en su extremo izquierdo como ya a pie de costa, con esa suave grava blanca que permite tenderse fácilmente, pero que convierte el andar o correr por ella en un difícil ejercicio.

Aprovechamos un día de viento y lluvia para andar desde la Barriada de Cabo de Gata hasta El Pocico, un pozo utilizado desde época romana y que esta cerca de la ermita de la Virgen del Mar y de la torre de vigilancia de Torregarcia. A lo largo del recorrido, a parte de la visión un poco negativa de un viejo bunker de la guerra civil, está la playa del Charco y el propio charco, en el cual anidan gran cantidad de aves marinas, y permiten a nuestros perros C y C. un baño menos salado y mucha diversión, cosa absolutamente habitual para ellos. Y eso que el viento soplaba a placer.
Y ya toca volver, y retomar las rutinas y los problemas, dejar a un lado este paréntesis de sol y de olvido, aunque se trate más bien de un recuerdo atenuado o dorado por luz tranquila de estos días

2 comentarios:

  1. Yo he andado,como casi siempre que me escapo, por la Ibérica turolense.
    Blanca por una nevada que lo ha dejado todo "pa" comérselo.

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  2. Es que la nieve enguata el paisaje y le da una morbidez y un silencio mágicos.
    Aqui ha hecho mucho viento, pero de nevar, bastante poco.
    Un abrazo, Amelita

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