Creo que ya todo quisqui sabe lo poco familiar que soy, porque entre otras cosas lo he contado aquí varias veces. Pero la Navidad es una ocasión para el recuerdo y es imposible recordar la niñez sin recordar a la familia. Aunque parecerá raro a los que me conocen, yo he cantado cuando era pequeña villancicos con mis hermanos, mis tíos y mis primos, delante de un nacimiento y con zambombas y almirez y quiero decir que en mi recuerdo creo que no sonaba ni mal, mis tías eran muy profesionales del asunto y lo hacían con mucho sentimiento.
El resto, los más pequeños, desafinábamos como podíamos y preguntábamos el sentido de las letras: ¿Por qué se alquilan en el cielo balcones para un casamiento?, ¿qué quiere decir pero mira como beben los peces en el río? ¿Beben los peces? y otras preguntitas semejantes.
Recuerdo que este villancico del título del post lo entendías muy pronto, no sé si con alguna ayuda o no. Se refiere es que pasan las nochebuenas y hay gente que ya no está ...
No todos los años falta alguien, pero este 7 de diciembre se ha ido mi tío Aldo, el hermano de mi madre, un hombretón con el que no he tenido mucho trato (por ejemplo, al pertenecer a la rama italiana de la familia, jamás le he visto cantando villancicos, y en Navidades rara vez nos reuníamos), pero aún así recuerdo su voz llamando Mamma a mi Nonna, mi abuela materna, y su bromas y su sonrisa.
Poco sé de él aparte de los "datos técnicos": una esposa española, mi tía Sole, y cinco hijos, cuatro chicos y una chica. Trabajó, creo, como empresario en Marruecos y vivió entre Málaga y Tetuán. En sus últimos tiempos dicen las crónicas familiares que le gustaba perderse por África, aunque parece algo difícil para una persona ya bastante mayor. De todos modos, sea o no cierta esta leyenda, reconozco que me gusta, le añade misterio a la vida de mi tío, que en mi imaginación infantil era todo un héroe, no sé si por vivir en África o porque le gustaba cazar jabalíes. También era gracioso que fuera el hermano pequeño de mi madre ese señor tan alto y con una estructura ósea tan tremenda.
En fin, todos tendremos un día una biografía tan esquemática como la que doy aquí de mi tío Aldo Piano Bettini, y quizás lo único importante sea que hayamos sido buenas personas y que algún niño nos recuerde con cariño y nos lleve consigo mientras viva.
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