Éramos poetas. "Poetas malditas de nuestra casa", como decíamos con sorna nosotras, Nieves. Vivimos en una casa alquilada de la Arganzuela en los 80 del pasado siglo. Todo empezó con un relato corto de Yourcenar, que escribiste en una pizarra improvisada con una tapa de electrodoméstico.
Después me escribiste un poema sobre la tristeza de despedirte de J. cuando te visitaba en fin de semana.
Y cuando te fuiste a la vendimia a tu pueblo, Puebla de Almoradiel y me contaste cómo serian tus días, yo tambien te escribí un poema:
Sueño uvas azules
en la amanecida,
Nieves,
sueño tierra materna
de humoso calor
mezclado con los cantos.
Vendimiadores, de sudor y dulzura
vestidos,
avanzando al hilo de
las horas,
que se van dorando
hasta ponerse rojas.
Sueño fuegos,
y racimos y quesos
y ojos que se aman
entre las vides.
Era 1983, en septiembre, no podía ser otro mes.
Luego cada una siguió su vida. Tu te casaste con J. Y tuviste tres hijos magníficos.
Y en 2011 me saludaste por Messenger. Y volvimos a hablar, aunque no demasiado, hasta julio de 2019 que vi en Facebook una imagen que me preocupó: estabas enferma desde hacía un año y ocho meses.
Comenzamos a compartir versos propios y ajenos y tus wasaps me despertaban viejas palabras, viejas historias. Me mandaste un poema dedicado a mi, hermoso e inquietante:
A Marina
A cada paso de oscuridad
se te enciende la vida
como un monte de siglos
en destellos,
y la noche se obstina en estrellar
tu frente
contra el duro cielo de años y esperas
qué te vacían los ojos de agua viva
y peces de tristeza blanca.
Te recuerdo en la ventana
entre plumas de cansancio
y caparazón de adioses
en los ojos que se cierran
hasta teñirse verdes de recuerdo,
( con un ansia curva, desolada)
Hueles a zumo de naranja
y a mañana lluviosa de domingo
y a croissants y a rock and roll
en zapatillas rotas de " vita nulla".
Dijiste: " poesía para un amigo”,
" Los nombres en poesía"
" No tiene ritmo"
" No es poético"
Palabras que recuerdo
y guardo con devoción
de alumna fascinada.
Recuerdo otras palabras,
pero sólo conservo
las que más duelen.
Duelen con el dolor de la culpa.
Ya sé que hoy no tienen magia
mis palabras
Tú las has olvidado o tal vez no...
Apenas nos miramos
y estamos en aquel lugar
donde los gatos unían dos esperanzas
hablando en italiano.
Miedo me da pensarlo:
Pero es tan dulce tu recuerdo
y tan fuerte...y tan permanente
que los años no me dejan
olvidar tu olor a ducha.
Sé que te va bien. Lo deseo.
Y a veces, sólo a veces te envidio.
Ya lo he dicho: ésta es tu fortaleza.
Amiga del alma, compañera,
amante y vigilante sol
de una pequeña o diminuta
principiante poeta.
Mi vida te echa de menos.
Con el Covid19 tú, que siempre mantenías la fuerza y la esperanza, comenzaste a estar un poco asustada y yo contigo...
El 23 de este maldito abril de confinamiento te escribí el Elogio de los libros de Álvaro Valverde y no me dijiste nada, como varios días antes. Y el dia 24 tu hijo Víctor me dijo que habías muerto.
Desde entonces lloro lágrimas negras por todo lo que te perdiste, por lo que nos perdimos y por lo que no nos perdimos, por esos años que se fueron, en los que disfruté de tu bondad y tu fuerza humilde y hermosa.