Ahora que conozco un poco Berlín, la novela autobiográfica Tu eres no eres como otras madres, de Angelika Schrobsdorff me ha resultado especialmente gozosa, porque las las grandes avenidas y plazas ya están en esta obra y mucho más, el ambiente estimulante de principios del siglo pasado en esa ciudad, a pesar de la crisis económica y el terrible nacimiento de Tercer Reich. Están también los alrededores, sus ríos Havel y Spree y Wannsee y toda esa belleza de bosques y agua, mancillada después por terribles eventos (la conferencia de Wannsee, gracias Ch. por contármela).
Y sus personajes, una mujer judía, sus maridos y amantes, sus padres y sus hijos. Y su recorrido vital desde la despreocupación y la libertad a la terrible angustia de la propagación del antisemitismo por Europa y la Segunda Guerra Mundial, vivida por los protagonistas como una liberación. Y la conciencia de haber malgastado la juventud y el sentimiento de culpa de Else sentir que no ha sabido amar a sus hijos ni protegerlos de lo que se les venía encima. Y el sentimiento de Peter de que los sufrimientos de su familia son mínimos comparado con lo que sufrieron otro judíos, menos protegidos que ellos, al fin al cabo medio judíos y de una clase social alta.
Y el vértigo de ver con que rapidez se puede desencadenar un infierno desde una sociedad culta y educada, y como la libertad es un bien volátil, si no la cuidamos y seguimos acrecentándola. Porque o crece o muere, no hay termino medio.
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