martes, 30 de diciembre de 2008

¡Qué libros!

Dije en el post anterior que iba hablar de dos libros, Ladrón de mapas de Eduardo Lago y Los frutos de la niebla de Luis Mateo Diez. No tengo mucho que decir de ellos, solo que están construidos como colección de relatos, con o sin engarce. Por ejemplo, la obra de Mateo incluye tres relatos, Los frutos de la niebla, Príncipes del olvido y La escoba de la bruja. La ligazón es más o menos ambiciosa y los relatos son más o menos logrados, en general tengo que decir que prefiero a Luis Mateo Diez, a pesar de que su prosa es a veces tan pesadamente densa que amilana. De Eduardo Lago he leído poco y no tengo un juicio muy firme.
Pero hoy quiero hablar de otras novelas, bautizadas como las mejores de la década, de las que solo puedo decir que te envuelven y te convierten en adicto. No sé si se trata de best sellers, nunca he sido muy aficionada a ellos, pero si puedo decir que las he leído las dos en 5 días y a lo largo de su lectura me debatía entre las ganas de saber qué pasaba y la pena porque se acababan. Para mi, esa son las buenas narraciones: las que te cazan y te agarran y te dejan envuelta en su época y sus circunstancias. Y me da igual que se considere buena o mala literatura.
Se trata de dos partes de una trilogía de novelas negras: Los hombre que no amaban a las mujeres y La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, que continuará, espero que pronto, con La reina del palacio de las corrientes de aire. El autor es un periodista al que no conocía, Stieg Larsson, y que según la solapa de estas novelas, murió de un ataque al corazón cuando iba a entregar la tercera entrega de esta trilogía llamada Millenium y antes de ver publicada la primera novela. Suena casi demasiado novelesco, pero parece verdad.
Son novelas policíacas, ambientadas en Suecia y con una gran dosis de violencia casi cinematográfica --recuerda al mejor Tarantino de Pulp Fiction, pero aquí no podemos escudarnos en la estética del comic --, tienen algo que atrapa y que recuerda a los mejores narradores. Entre otras cosas, hay un personaje llamado Lisbeth Salander que resulta especialmente atractivo por su forma de vivir al margen de las convenciones y por una honradez vital muy diferente de las morales al uso. Entre otras cosas, mantiene un odio visceral hacia los hombres que no aman a las mujeres y una gran violencia hacia quienes las maltratan y las humillan. Su rebeldía se parece a la del relato La escoba de la bruja, de Luis Mateo Diez, en el que una mujer sobre la que ha pasado toda la violencia de una vida marginal se rebela esporádicamente contra ésta.
Tratándose de la misma Suecia de Mankell, esta resulta más vitalista y más real, con su tramas de dinero ilícito y de políticos corruptos, con su sociedad compleja y evolucionada (junto con la involucionada) y una mezcla inefable de buenos y malos.
No pretendo otra cosa que que las leáis, me parecen magnificas y me gustaría que os gustaran. Nada más. Feliz 2009, que como ya sabeis es igual a victoria.

(Hay un artículo de Babelia paradójico sobre Stieg Larsson, la foto del post es de Norsjo, el lugar donde nació Stieg Larsson)

jueves, 25 de diciembre de 2008

Soledad, Navidad

Ciertamente, soledad rima con Navidad, son muchos los seres humanos que en esta fecha se sienten especialmente solos. R. ha hablado de una soledad, la de la gente que está lejos de su tierra por necesidad.
Yo quiero hablar aquí de otra Navidad solitaria, la de aquellos que huyen de malos amores, de amores que matan más o menos lentamente. Hay en este mundo muchas relaciones de este tipo, que chantajean y duelen e impiden crecer, de ellas es necesario escapar, aunque a veces no es fácil y el precio es la soledad, una soledad de crecimiento y creadora, pero no por ello menos sola.
Recuerdo alguna Navidad mía solitaria de este tipo, pero finalmente no la recuerdo como algo triste, sino profundamente estimulante. F., no tengas miedo, esta soledad tuya es solo transitoria, dentro de poco te acordarás de ella como yo con cierto estimulante orgullo.
Nosotros lo pasamos mejor de lo previsto, con P. y su recién nacido hermano, los niños son siempre la salsa de esta fiesta. Como siempre el trabajo recayó en mi hermana mayor, que debe de estar harta de mi estatuto de hermana pequeña, pero también como siempre cocinó rico y regaló acertado.
JD. estuvo como siempre divertido y entre todos hicimos una Nochebuena que más bien fue Tardebuena (los recién nacidos no pueden trasnochar y sus padres menos). No hay más que dar gracias a la vida por todo aquello que tenemos y acordarnos de las otras soledades, entre ellas la de P., que a sus muchos años ha dicho adiós a su compañero de siempre J. y ahora estrena monólogo, tras una vida entera dialogada. O la de V. que no se siente bien y que se encuentra sola, a pesar de tener todo un clan de hermanos y un montón de amigos. Que pronto te encuentres bien y que no te sientas nunca más sola.
Papa Noel me ha traído dos de las obras de la trilogía Millenium de Stieg Larssson y un chandal. En estos día he terminado Ladrón de mapas de Eduardo Lago y Los frutos de la niebla de Luis Mateo Diez, de los que hablaré en otro momento, hoy solo quiero acordarme de los que se sienten solos. No estais solos, todos os tenemos en nuestro corazón

viernes, 19 de diciembre de 2008

Tres libros, tres

Hace mucho que no hablo de lo que leo y hoy, que me he tomado el día para comprar algunos regalos, aprovecho para hablar de los últimos títulos que he leído.
Empiezo con uno de Mankell, La pirámide, que he leído en inglés, y no sé ha sido por leerlo así o por su estructura dividida en varias historias, me ha gustado menos de lo que suele gustarme este autor. También puede ser por saturación, porque ya he leído mucho de este autor y a lo peor empiezo a cansarme.
Después, siguiendo mi vena de exotismo he leído un libro de un senegalés, Abasse Ndione, llamado Ramata, que se supone que es una novela negra (o policíaca) pero que en realidad es una historia sobre el crimen y su castigo, aunque contada de una manera muy ligera. El autor escribe con una sencillez y una sorna que alivia la densidad de los temas y además resulta edificante comprobar que por debajo de los tópicos y clichés, la vida de los seres humanos se parece y casi sólo la pobreza es la responsable de la distancia entre nosotros. Haciendo un resumen brutal, una mujer guapa y rica es reponsable de la muerte de un hombre pobre, pero el destino, o el autor, consiguen que pague su culpa.
El último libro leído es Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene, en una edición muy bonita de Edhasa, de la que incluyo reproducción de la portada. Me lo ha regalado Ch., que es una de esas personas que salvarías de un ataque nuclear, con la que te gusta compartir cada segundo. Es una novela de espías y al mismo tiempo una sátira sobre el mundo de los espías (recuerda a la sátira de los libros de caballería, El Quijote). Es curioso que también el tono está lleno de humor y de sorna, pero el humor del autor senegalés y del inglés Graham Greene son muy distintos. En el africano hay una especie de inmediatez y un modo muy directo de escribir. Ambos libros son muy interesantes y como siempre, los recomiendo vivamente. También la novela de Man
kell, porque seguro que sabiendo más inglés o leyéndola en castellano, te sumerge en el mundo de Valander, en sus dudas sobre el futuro de Suecia, en su debilidad y su fuerza.
Hoy he tenido otra sorpresa, gracias a estar con luz en mi pueblo, Collado: a lo lejos se ven los Siete Picos nevados, Abantos también con un poco de nieve e incluso La Peñota. El cielo es de un azul que hiere y al amanecer la línea de los montes se veía rojiza, hacia frío pero era la belleza del paisaje la cortaba el aliento. Entonces he pensado en M. y R. , de quienes celebramos ayer la inmediata jubilación y he tenido un ataque de envidia, a pesar de lo que me gusta el trabajo que hago. La vida es tan corta y hay tanta hermosura de la que disfrutar...

jueves, 11 de diciembre de 2008

Mujeres mayores

Ayer fui al entierro de J., el marido de Pepita durante medio siglo. Fue un entierro real, bajo tierra y césped y con un frío helador. A Pepa la conozco bien, y después de más de diez años de verla apenas, la sigo conociendo: es una mujer mayor.
Lo siento, pero aquí mujer mayor no quiere decir una persona débil e insegura, que se mueve con miedo y que es triste, quiere decir eso, que es mayor, más grande que la mayoría. Más fuerte, más entera, más verdadera.
El cementerio era una falsa pradera cuajada de flores, falsa pero hermosa. Sonaba la Callas en Visi d'arte visi d'amore, una aria de Tosca que cantada por ella adquiere una textura de eternidad, en un casete no muy potente, y entre lágrimas Pepa pedía que subieran el volumen. Con pequeños copos cayendo y un viento que arrastraba el alma, hubo tiempo para que un sobrino leyera un poema de J., que además de marido de P. era buen poeta y sobre todo gran amigo y una persona alrededor de la cual crecía la poesía, como quien siembra amor y recoge poemas.
Pepa es de una madera que ya no se hace: su forma de vivir y disfrutar es a la vez ligera y profundamente comprometida. Una mujer tan generosa que ha hecho de divina providencia de todos los que lo hemos necesitado. Pero no es solo eso, es su fuerza que arrastra y hace sonreír a las piedras, a pesar de que no todo ha sido feliz en su vida.
Siempre dije que tengo dos madres, y que nadie se piense que la mía no era también una mujer mayor, una la de verdad y otra de la curiosidad, la fe y la lucha, y esta segunda es Pepa. Ella es la que me hace desear ser como ella, una mujer mayor.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Fernando ha llegado

Esta madrugada, con mucha lluvia y poca espera ha llegado Fernando. Como cualquier niño que nace, son un montón de posibilidades las que se hacen posibles y Fernando tiene en su mano un futuro más largo del que tenemos los demás. Como siempre que nace algo, se crean nuevas esperanzas y el futuro parece aquí al lado, al alcance de nuestra mano.
Es muy guapo, con una hermosas manos muy bien hechas, con pequeños deditos perfectos. Según sus padres, mis sobrinos, nació con los ojos abiertos, pero para mi que los tiene entreabiertos, que se aleja lentamente del mundo acolchado del vientre de su madre. Pero ya sonrie y agarra con su mano lo que se le pone a tiro.
Qué tengas una vida hermosa y noble, sobrinonieto y que el mundo que te dejamos se deje aún disfrutar. Bienvenido

domingo, 30 de noviembre de 2008

Un poco de nieve y mucho hielo

Este fin de semana ha nevado un poco en Collado, o mejor dicho nevó un poco el viernes por la tarde. El resultado en la mañana del sábado era un manto blanco un tanto engañoso, porque tras su hermoso aspecto se escondía una superficie helada y totalmente resbaladiza.
Eso me ha hecho reflexionar en la buena prensa que tiene la nieve y, por el contrario, la mala imagen que tiene el hielo, que sólo es deseado en forma de cubitos, en un vaso y a ser posible en verano. Me ha venido a la mente la bruja blanca de Narria, que resulta hermosa en la película de Andrew Adamson, pero que representa la gelidez del hielo.
Dos han sido las satisfacciones de este fin de semana, el primero de ellos la vuelta a casa bajo los pequeños copos sobre la tarde ya anochecida, pues resulta muy hermoso el contraste del blanco de estos contra el fondo azul obscuro de la noche. Generalmente también la caída de la nieve crea un silencio y una sensación de paz inmensos, pero el viernes el viento y la sensación de frío tapaban el silencio.
La otra satisfacción ha sido el fuego de la chimenea permanentemente alimentado y los perros tumbados frente a él, aunque ha habido que trabajar un poco ha resultado un fin de semana tranquilo, aunque algo solitario. Pero la soledad es buena de vez en cuando, sobre todo si tienes que trabajar.
(La foto es de la dehesa con nieve, pero mal hecha)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Etimologia de cadernera

Tal como prometí en el último post, os traigo la etimología de la palabra catalana cadernera: procede de la palabra cardo, que es lo que al parecer comen los jilgueros. La sorpresa es la evolución de la palabra jilguero, que procede del latín silguero o sybilum, que significa también cardo.
Cuando estudiaba Filología románica una de las materias que más me gustaban era la lingüística románica, que estudia la evolución de las palabras en los distintos idiomas a partir del latín. El primer tomo del manual de Lingüística románica de Heinrich Lausberg, tenía un índice que era para mi una fuente de diversión permanente, porque me llevaba a la descripción de la evolución en español, italiano, francés, italiano o rumano.
Comprendo que para la mayoría hay gustos que merecerían palos, pero aún queda una vuelta de tuerca más en mi historial de friki redomada: también me encanta la paremiología o ciencia de los refranes, y especialmente la paremiología comparada. No sé si sigue existiendo la revista Paremia, que se editaba en los años 90 y que he encontrado en Virtual Cervantes. No le concedo valor de verdad o realidad, porque hay refranes para una cosa y su contraria, pero me gusta la forma en que exponen sus razones rimadas, en el fondo creo que lo que me emociona es la música de las palabras.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Això era i no era, bon viatge faci sa cadernera...

Lo primero es traducir el título de este post, que es una fórmula popular mallorquina de comienzo de las narraciones y que significa Eso era y no era, buen viaje tenga el jilguero.
O por lo menos así lo traducen en La mitad del alma, uno de los libros de Carme Riera que he leído mientras encuentro En el darrer blau, es decir, En el último azul. El otro es una novela corta muy entretenida y rápida de leer, El verano del inglés, que cuenta lo que le ocurre a una española de 49 años, que decide quemar su último cartucho para aprender inglés y contrata un agosto pedagógico en una mansión de la campiña inglesa, su trama está el humor y el terror, pero al margen de la exageración literaria, una se siente identificada con esa necesidad perentoria de mejorar el nivel de inglés, no sólo para ascender profesionalmente, sino por vergüenza torera y para curar la propia autoestima.
La otra historia es una hermosa historia con algo de folletín, en la que una escritora descubre que quién creía que era su padre puede no serlo y que la muerte de su madre está sumida en un profundo misterio. Este argumento le sirve a la autora para poner en pie una historia de maquis y de empresarios franquistas, de espías y contraespías y de historias de amor ciertas o inventadas, con fondo del París de los exiliados españoles.
Como oí a su autora en la conferencia que ya mencioné en este blog, estas historias son las herederas de las que contaba su abuela mallorquina, que tenía el don de contar y fue la responsable de su vocación como escritora. Muchos autores literarios disfrutan de ese don de narrar, entre otros Rudyard Kipling, que siempre me ha parecido no solo la esencia del oficio de escribir, sino uno de los rasgos distintivos de la especie. Ahora bien, creo que no sólo es un don, es también un músculo. Hablando de dones, os aconsejo un canción de Jorge Drexler, Don de fluir, que me parece preciosa.
Como también es hermosa la palabra cadernera, cuya etimología prometo buscar, ya que difiere tanto de nuestro término jilguero. ¡Ah, las palabras, las lenguas y su música escondida!

jueves, 20 de noviembre de 2008

Zapatillas de clavos

En estos días de vida ajetreada, en medio de algunos recuerdos no muy buenos me ha venido a la memoria uno profundamente estimulante: el recuerdo de la compra de mis primeras zapatillas de clavos.
Trataré de explicarme, siempre me ha gustado el deporte, pero empecé a hacer atletismo un poco mayorcita, después de terminar Románicas y mientras me enfangaba en la famosa vida laboral. Que haya empezado tan mayor no quiere decir que la ilusión fuera menor ni que los medios económicos fueran más; por ejemplo, a pesar de ser una pésima atleta, probé casi todas las pruebas, incluido el pentatlón y me divertí muchísimo aprendiendo a pasar vallas o lanzar disco. En cuanto a los medios económicos, la compra de mis primeras zapatillas de clavos supuso algún tiempo de ahorro y, sobre todo, un estudio logístico profundo del mercado, que realicé con ayuda de FASM, mi amigo fondista, gentleman y cascarrabias, mi "hermano", como algunos decían.
Tras bastantes deliberaciones, una vez elegida la tienda de deportes adecuada, el par elegido fue uno de color turquesa de piel vuelta muy ligera, que una vez que estuvieron en mi poder me hacían sentirme a mi también "la hija del viento", aunque mis marcas de velocidad nunca alcanzaron siquiera la categoría de discretas. Pero igualmente yo me sentía volar, como si las aladas zapatillas redujeran mi peso y aumentaran la fuerza de los músculos de mis piernas. Recordaba el cuento de Andersen de Las zapatillas rojas y era feliz`pensando que dentro de mis zapatillas turquesa estaban las marcas que yo soñaba, igual que las rojas guardaban dentro el don de la danza (otro de mis sueños recurrentes, el baile, la danza, el movimiento con música).
Ya no recuerdo como terminó el idilio de mis zapatillas de clavos, supongo que como todos se iría sumiendo en la rutina de las marcas mediocres, pero aún me parece sentir la alegría de los primeros días al ponérmelas, tras el calentamiento, al comienzo de las series o para competir. Y la alegría recuperada no tiene precio y además me parece mucho más valiosa si pienso que es bastante raro que yo haya podido hacer atletismo, no sé de muchas bibliotecarias que lo hayan hecho.
B., eso tenemos que hacer, cuidar cualquier recuerdo alegre por pequeño que sea, mimarlo y disfrutar de nuevo de él, y también olvidar los malos, para poder seguir viviendo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

En el último azul

Para empezar, hoy voy a hablar de un libro que no he leído, pero que espero leer cuanto antes, En el último azul, de Carmen Riera, a quien oí el pasado jueves una conferencia sobre cómo se hace una novela.
En principio no pensaba haber asistido, en mi opinión a veces este tema se reduce a una serie de argumentos egocéntricos y a unas cuantas formulas banales. Pero la charla de jueves estuvo en la mejor escuela de los estudios sobre la creación literaria y además arropada por la personalidad de su autora, que es una mujer muy simpática y muy conectada con una serie de escritores y poetas de su generación (que es la mía).
Volviendo a En el último azul, a veces hay libros que te rondan, que están a tu alrededor y te apetece leer, pero que por un sinfín de circunstancias no has leído, este el caso. Ya hace unos años vi a una compañera de trabajo leyéndolo y me apeteció hacer lo propio, pero no sé por qué no lo hice. El jueves, Carmen contó algunas escenas del libro y se me despertó de nuevo un apetito enorme. ¿Por qué?. Pues no sé. Primero, quizás el título que parece magnifico (es muy difícil titular bien, y hay títulos que son obras de arte: Se una notte d'inverno un viaggiatore); después Mallorca a dónde no he ido a pesar de haber pasado algunos de los mejores años de mi vida en Ibiza y por último el tema de los chuetas o xuetes, del que me gustaría saber más.

En resumen, estoy contenta de que en esta semana haya conseguido hacer algo diferente, aparte de trabajar que es bastante divertido para mi, pero que creo que ocupa demasiado tiempo de mi vida.

Mis compis de desayuno

Desde hace treinta años, todos los días laborables he desayunado con tres compañeras de trabajo que en un principio estaban en la misma unidad funcional, la que procesaba las publicaciones periódicas, pero que tras los primeros ocho años estaban en departamentos diferentes. Ahora dos de ellas se jubilan y me dejan sóla con M. Ya antes se jubiló P., a la que siempre me sentí muy ligada y que me enseñó mucho no solo de bibliotecas, sino de la vida en general y en especial del entusiasmo y de la alegría de vivir. Más tarde se incorporó R., que ahora también se jubila. Cuando pienso en como se generaron estos grupos cambiantes, recuerdo el término afinidades selectivas y me pregunto si esto definirá nuestro conjunto disjunto: somos todas tan diferentes y sin embargo hemos continuado juntas durante tanto tiempo que a veces resulta difícil de entender.
Las dos se van contentas de hacerlo, porque han trabajado duro y no han obtenido muchas satisfacciones de este trabajo, ni en recompensa efectiva ni en reconocimiento de ningún tipo. La administración es así, desperdicia muchos buenos individuos con su manera supuestamente igualitaria de recompensar. Yo creo que con un empresario inteligente, M. y R. las compañeras que se van hubieran obtenido muchísima mejor posición y reconocimiento, pues cada una de ellas tiene una de esas cualidades imprescindibles en el trabajo: la meticulosidad y la organización del trabajo, el sentido práctico o la actitud de colaboración y ayuda, etc.
Sin embargo, se han desaprovecharon sólo en parte estos talentos, porque ellas han seguido haciendo bien la parte del trabajo que les correspondía y también han representado un papel importante en la institución, resolviendo gran cantidad de problemas que ahora ya no lo son.
Para mi han sido las amigas con las que contrastaba mis informaciones sobre el trabajo y sobre el mundo en general y con las que aprendía a exponer opiniones diferentes. Pero básicamente han sido buena gente que me ha soportado (mi impaciencia, mis ganas permanentes de correr, mis malos rollos).
Han sido muchos años de oírnos, de esperarnos, de no coincidir, de despedirnos para las vacaciones o de contarnos las tristezas. Estoy segura de que nos seguiremos viendo, aunque no sea en todos los desayunos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un libro que he tardado en leer

Se llama El arte del placer, de Goliarda Sapienza y me parece que me ha durado algo más de un mes, porque lo compré alrededor de mi cumpleaños, allá por el 24 de septiembre. Al principio me ha costado: se trata de un libro de muchas páginas (767) y que es algo así como un experimento de una ser decidido a apostar por la independencia y la libertad.
Narra la historia de una mujer nacida en la más absoluta miseria, criada con su madre y con su hermana mongólica y violada por su supuesto padre. De este ambiente misérrimo surge un ser amoral que no duda en matar para librarse de aquello que la oprime y que poco a poco se va labrando duramente una vida privilegiada, como princesa de los Brandiforte.
Ya en esta posición vive desde Sicilia el novecento Italiano; la ascensión del fascismo y su derrota, mientras crecen hasta tres generaciones de gentes libres, que son capaces de vivir y de amar a su manera, sin librarse de los avatares de la cárcel y el dolor, evidentemente.
Es un libro escrito por una persona privilegiada, especialmente educada en un ambiente como el siciliano, dónde esto no es fácil.
Lo bueno y lo malo de este libro es que da siempre la impresión de que se trata de un experimento realizado al margen de la realidad. Pero al final estoy contenta de haberlo leído, es un buen exponente de al antiguo optimismo del pasado siglo, de su afán por probarlo todo. Este siglo es menos vital, menos optimista. Y el optimismo es una fuerza necesaria.

martes, 28 de octubre de 2008

Servicio universal

En esta lucha contra el invierno, que recuerda al hielo de Narria, estos días de final de octubre nos están deparando algunas sorpresas. A mi me sorprende especialmente el fenómeno de las conversiones comunicativas inversas, es decir evolución contra natura de nuestras tendencias naturales. Así, acabo de terminar mi lucha contra la timidez para enviar mensajes a mucha gente, que para mi reunen varias soberbias, la primera la de pensar que te van a leer y la segunda una cierta sensación de inconsistencia de todos los valores preestablecidos. Ha sido una lucha en la que ha ganado la necesidad de fijar acuerdos y sobre todo, de reforzar mediante estos comunicados urbi et orbi acuerdos muy duramente negociados.
Pero frente a esto y paradojicamente, me encuentro con que hay bastante gente tardíamente convencida de la necesidad de difusión universal del saber, y que se ha lanzado a la arena de los mensajes (en nuestro caso, los correos) universales para intentar, no difundir las voluntades generales, sino para disfrazar las suyas de generales. Gentes para las que tradicionalmente no existía la opinión más que de un pequeño grupo de iniciados se sienten ahora muy preocupados de impartirnos doctrina, sin reparar en que somos ya mayorcitos y que, o tenemos también nuestra doctrina, o que nos importan poco éstas.

Ese no es mi juego: hago lo que tengo que hacer. Hablo mucho y lucho mucho, pero nunca me inventaré un personaje que no sienta. Y no digo que sea mejor, sólo que me gusta más.

sábado, 18 de octubre de 2008

Tiempos difíciles

Esta semana las cosas se han puesto de pico. Además del mucho trabajo presente y futuro, ha saltado una nueva crisis, de esas que se acumulan a los viejos problemas. Además, siempre hay alguien dispuesto a aprovecharlas.
Yo me he enfrentado a ella llena de optimismo, aunque por supuesto con algunos nervios: para mi las crisis son movimientos de conciencia que obligan a repensar lo que hacemos y que en muchas ocasiones se presentan como auténticas oportunidades de mejorar.
Puede ser simplemente que no me gusta la rutina, pero creo que muchos acontecimientos que consideramos negativos son a larga positivos, porque nos ayudan a plantar cara a los problemas y a revisar nuestros puntos de partida.
Al margen de su carácter de estímulo, estas crisis nos desgastan, eso está claro y nos obligan a explicarnos frente a nuestros "clientes". Pero eso tampoco está mal, porque hay un tipo de responsabilidad excesiva y en cierto modo peligrosa, que pretender solucionar a solas todos los problemas. Y eso no solo no es posible sino que no es deseable. Sólo trabajando todos juntos conseguiremos superar los obstáculos.

jueves, 9 de octubre de 2008

Amadís de Gaula y Bebo valdés

Hoy he asistido a una inauguración de una exposición de la B. No sólo no suelo asistir a inauguraciones, sino que raras veces consigo verlas. Pero hoy los astros estaban en conjunción. Además he conseguido aislarme del circo de las vanidades y he saludado a viejos amigos, compañeros ya jubilados o que ya no trabajan aquí.

Pero no ha sido solo eso, es que la exposición me ha atrapado en su magia: los hermosos libros que no he leído pero alrededor de los cuales ha transcurrido parte de mi vida; la recreación de una enorme linterna mágica en cuyo interior podemos meternos y ver imágenes proyectadas de un fragmento del Amadís, con un cielo estrellado que te llena de paz y te impregna de ese mundo soñado...

Y el libro inaudito Islario general de todas las islas, abierto por la página de un mapa detallado y lleno de color. Y la voz de Vargas Llosa hablandode los libros de caballería y de Amadís.

En mi vida llena de tráfico de acciones, reacciones y omisones, esta tarde también ha sido una isla, a pesar de lo poco frecuente que es que me subyugue una exposición de libros.

Por eso he decidido leer ese libro que no he leido, por recuperar el exorcismo de estas dos horas.

En el tren de vuelta a casa la magia se repite: Bebo Valdés toca el piano con un ritmo suave en RNE3, suave, suave. En el mundo es posible aún esta belleza. No os lo perdáis

jueves, 25 de septiembre de 2008

Zambullida en el mar con los ojos abiertos

No puedo ocultar que he estado de vacaciones. Del 10 al 19 de septiembre, un mes tan hermoso que duele, hemos estado en Torrox (el paraíso al alcance de la mano). Primero en un bungalow de un camping y luego en "el apartamento".
Pero todo eso es subsidiario: Torrox es el mar y un buen tiempo incombustible, al margen de la comodidad o de las circunstancias. Y es el mar eterno. " La mer, la mer toujours recommencée", que dijo Valery mejor que yo.
Algunos compis han hablado del moco marino (R. ¿estás de vacas otra vez?). Yo quiero hablar de algo parecido, de la zambullida en el mar con los ojos abiertos. Sé a lo que me arriesgo: los psicoanalistas y otros seguidores menos ortodoxos otorgan un significado sexual explícito a este acto.
Pero yo este año tan duro, en mi encuentro eufórico con el mar, las he disfrutado sin temor a las interpretaciones. Incluso he hecho un cálculo de que a lo largo de mi vida con toda seguridad supero las 6.000 zambullidas, desde los gozosos veranos de mi infancia en Málaga a los luchados diez días de playa de mi vida adulta. La inmersión en el agua dulce es también muy hermosa, hay piscinas que tienen el ambiente de un sueño, azul, brillante, espejeante. Pero sumergirse en el mar es otra cosa, colaboran todos los sentidos: el tacto en la piel de todo el cuerpo, sensible a la temperatura y la textura, el sabor salado en la boca y la garganta, el olor a salitre tan hermoso. Y la vista, que se pierden aquellos que cierran los ojos al sumergirse o los que jamás se mojan la cabeza; la vista que incluso si las olas levantan la arena gris de Málaga, dibuja mundos mágicos. Si el agua está en calma, el color, el brillo, las pequeñas sombras de las ondas en la arena del fondo marino son un espectáculo que me gustaría recordar cuando me muera. Se que no es posible, pero bueno, soñar sí es posible.Más prosaicamente, ha sido un tiempo bueno, de bastante andar o de correr, de pasear perros por la playa (incluyo una foto que recuerda los niños en la playa de Sorolla) y de comer pescado y vivir despacio, a pesar de mis eternas ganas de hacer cosas, las temidas (por algunos) vacaciones activas de Marina
.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Los bárbaros

Antes de ayer hemos recibido a nuevo compañero de trabajo, F., al que estamos contando como podemos todo el conjunto de temas y operaciones que abarcamos. Él viene del otro lado, es decir, de aquel que supuestamente sufre nuestras innovaciones y por supuesto nuestros errores. En un momento dado de la conversación, él mencionó que para una parte de la biblioteca ahora es el tiempo de los bárbaros, de aquellos que no tenían en cuenta la historia ni la tradición, es decir los que siempre se llamaron iconoclastas. En cierto modo eso quiere decir que nosotros estamos en ese grupo, y posiblemente, especialmente yo. Puede ser. Siempre he sido una persona que quería innovar o que sobre todo quería conseguir cosas, y también he tenido siempre una visión generalista, mi capacidad de tener en cuenta lo anecdótico es relativa, me falta paciencia para el análisis por análisis. Por otra parte, los finos analistas de la biblioteca tienen una crítica muy fácil: los mejores de ellos, es decir, los que más saben, se han quedado en meros agoreros y anunciadores de desastres, y en hormiguitas que han ido tejiendo un trabajo siempre pequeño. Ahora ya no hay tiempo. Cada día hay que aprender y poner a disposición de todos una nueva conquista. No es tiempo de nada más que de avanzar.

martes, 26 de agosto de 2008

Un mes a través de las lecturas

Hace mucho que no escribo. En verano el tiempo tiene otra calidad, es un tiempo de calle y campo y no de ordenadores. También es tiempo para leer porque un libro lo puedes llevar casi a cualquier parte. Libros con sal, salitre y arena, con una ramita de lavanda o cantueso... libros leídos al resol de la tarde.
De ese modo llevo yo leídos otros libros desde La conquista de la felicidad. Uno de Muñoz Molina, El viento de la luna, cuenta la pubertad de un hijo de agricultores andaluces y su seguimiento de la llegada del hombre a la luna. A pesar de lo que dice C. de que a él le gustó leerlo porque le recordó el entusiasmo con el que siguió el acontecimiento casi con la misma edad, a mi lo que me gusta del libro es el ritmo de las estaciones y la vida en el campo, así como el deseo del protagonista de escapar del cepo que es para él el campo. Es contradictorio, lo sé, pero así lo he sentido. Además, Muñoz Molina recrea en esta obra la memoria de la guerra civil y de los resquemores que duraron tanto, sobre todo en los pueblos.
Otra novela que leído es Reloj de viento, del marbellí Juan Malpartida, amigo de una amiga. Este libro es más difícil de comentar, cuenta la historia de una familia de origen francés afincada en Monda y Salduba (nombre antiguo de Marbella) y su vivencia de la guerra. Pero el libro es introspección pura, está estructurado como una conversación entre el sobrino escritor y el tío supuestamente personaje. Es una novela casi filosófica, en la que en realidad no pasa nada externo que no sea visto desde un prisma interior. Dos cosas me recuerdan a mi Málaga, un poco el lenguaje y el disfrute de la conversación por la conversación, por un lado, y por otro un cierto fatalismo o desinterés o falta de ambición o conformidad que hace aceptar los triunfos o las derrotas como nimiedades. Es una novela curiosa, y por eso os la recomiendo, no es la novela al uso.
Y luego he leído unos relatos de Woody Allen, Pura anarquía, que recobra su disparatado mundo en unas historias delirantemente absurdas y por ello relajantes. Y una novela que me regalo A., aunque la elegí yo, Cuatro días de enero de Jordi Serra i Fabra, un autor catalán muy prolífico del que no había leído nada y que me ha gustado bastante, narra el trabajo de un inspector de policia en los días previos a la entrada de los franquistas en la ciudad de Barcelona, su investigación de dos crímenes en una ciudad absolutamente asolada.
Estoy leyendo Elegía de Philip Roth, cuyo título en inglés me parece más acertado Everyman, y tengo a la espera una de Flaubert, Bouvard y Pécuchet y otra que no sé si acaba de engancharme, El arte del placer, de una escritora siciliana nacida a principios del pasado siglo, Goliarda Sapienza. El tiempo elástico del verano da para mucho.
También he visto un poco de las olimpiadas de Pekín y me he admirado del afán mundial por las medallas, todo el mundo pendientes de si llevamos 10 ó 1000. El deporte es otra cosa, para mi tiene algo de acoplarse al latido del universo: ahí es nada.
Además, os dejo una foto de la sierra, ya en la provincia de Segovia, camino de La Granja

domingo, 3 de agosto de 2008

La conquista de la felicidad, de Bertrand Russell

Bertrand Russell escribió este ensayo en 1930, antes de la enorme sacudida que supuso para occidente la última guerra mundial, con todo ese alarde de crueldad gratuita; por lo tanto muchas cosas parecían distintas. Sus consejos vitales son bastante conservadores, a lo mejor porque están dados desde la razón y la lógica, que siempre buscan un punto medio de efectividad y eficiencia.
Está organizado este ensayo en torno a dos núcleos: causas de la infelicidad y de la felicidad. Desde luego no descubre cosas que no sepamos ya: las causas de la infelicidad son la competitividad, el equilibrio entre el aburrimiento y la excitación, la fatiga, la envidia, el sentimiento de culpa, el sentirse perseguido y el temor al que dirán. Y aún hay que contar con que todos esos motivos de infelicidad se han exacerbado con el paso de tiempo: la fatiga es hoy casi nuestro medio natural a causa de nuestra civilización, ruidosa, multiduninaria y agresiva.
Especial mención merece el tema del sentimiento de culpa, que parece una condición imprescindible de la vida actual. Las mujeres y los hombres de hoy tienen un sentimiento de culpa permanente por no prestar atención a los niños, a los mayores, a los que quieren, a los amigos... De este modo hacemos todo mal, y estamos siempre en un lugar distinto a nuestra localización física real.
Puesto que no habla de nada nuevo y ni siquiera llega a apreciar la verdadera dimensión del problema, ¿qué aporta la lectura de este libro a los lectores de este maldito siglo XXI?.
Pues fundamentalmente el recordatorio de aquello que nos produce felicidad. Lo primero de todo, el entusiasmo (que puede incluso tener un punto de irracionalidad si queremos), después el cariño, la familia, el trabajo (porque el trabajo es un motivo de felicidad primordial, no lo olvidemos), los intereses o aficiones y el equilibrio entre el esfuerzo y la resignación.
Tampoco son estas causas de felicidad desconocidas para nosotros, y dependiendo de cada persona, cada uno añorará alguna de éstas cosas que ayudan a ser feliz.
Personalmente, lo que me parece más valioso de este libro es, en primer lugar, un cierto desenmascaramiento de las buenas intenciones, y en segundo, la recuperación del sentido de la proporción, desviando así el centro de atención del yo hipertrofiado de la gente de hoy a un nosotros que debe incluir a toda la humanidad.
Abundando sobre esta idea, nos recuerda que la única forma de crecer es "salirnos" de nosotros mismos y aceptar y recibir todas las influencias exteriores, que hacen crecer nuestro yo al tiempo que le curan de su aislamiento.
Y a continuación voy a intentar leer del mismo autor On education, de la que tengo una edición preciosa, que apetece leer a pesar de su letra pequeña.

domingo, 27 de julio de 2008

Libros cómplices

Hoy A. me ha traído un regalo por mi santo, un libro que ya he leído, pero que me alegra mucho que el también haya leído. A. es mi sobrino y comenzó sus veinte años hace muy poco. El libro en cuestión es Los girasoles ciegos, del que creo haber hablado aquí y que me impresionó mucho hace ya algunos meses. Me aterra ahora el hecho de que esté a punto de estrenarse la película: puede ser tan terriblemente lacrimógena como para hacer a su autor revolverse en la tumba.
Sé poco de su autor, solo que fue de los que perdieron la guerra de una forma supuestamente incruenta, pero hermosamente latente. Las historias de los derrotados permanecieron en él, que fue avanzando con el país y con su olvido necesario, sin dejar por ello de sentir las historias terribles de forma oculta y subterránea, con enorme dignidad.
Es esa dignidad la que temo que este en entredicho con la película. Me imagino una catarsis de sala de cine que no añade nada a las cuatro historias que narra este libro, tan hermosamente tremendas.
Cuando dije ayer que no sabía que futuro nos espera, pensando en nuestros niños, no me refería a A. Él sabe que para oírnos a todos los que vivimos antes que él tiene los libros y tiene el oído muy atento.

sábado, 26 de julio de 2008

Ser mayor

Yo he nacido en una familia de ocho hermanos y siempre he estado rodeada de niños y en general a lo largo de toda mi vida no he sentido la mística de la belleza y la bondad de los niños, sino más bien un cierto escepticismo respecto a esos sentimientos: los niños pueden ser muy coñazos, y desde luego no me gustan todos los niños, así como no me gustan todos los mayores.
Pero me hago mayor. Eso quiere decir que a esa actitud de siempre se añade otros sentimientos, algunos de extrañeza ante el mundo que vendrá, vistos sus niños. También me doy cuenta que aunque yo no hago literatura con los niños, en general a ellos les atraigo, quizás porque les choque muchos rasgos de esta mayorzona.
Mi hermana me digo un día que hacerse mayor era darse cuenta de que no había días especiales, o días en los que eras el protagonista absoluto. Yo sigo sin saber qué es ser mayor, y creo que algo semejante le pasa a la sociedad individualista occidental. Nos pasamos la vida mirándonos el ombligo, colocados en el centro de un universo estéril y solitario, encerrados con un único juguete. Oyéndonos respirar hasta la enfermedad.
Cuando se habla de los artistas medievales, que no firman sus obras, que las hacen en nombre de muchos y con un fin general, están hablando de sociedades que aún existen hoy en las que el "yo" se disuelve en el grupo (la familia, la religión, el pueblo). No sé decir si se trata de gentes más felices, sí que tengo la sensación de que yo he sido más feliz siempre que me olvidaba un poco de mí misma.
Este desvarío veraniego se debe a una cena con mis compañeros de gimnasia (en realidad soy ex-alumna, no voy hace meses). En ella hemos hablado mucho del espacio propio, de crecimiento personal y otros mitos de esta época, quizás porque una de nuestras compañeras está trabajando como personal coaching. Noto que me hago mayor porque siento cierto rechazo a las mil técnicas que se centrar en el individuo y se olvidan del resto, del espacio de las demás personas, de los animales y de la propia naturaleza.
Siento que esta forma de ser es un eterno cliché adolescente y que perpetua una infancia del mundo que no se si podemos permitirnos, hay demasiadas cosas serias en juego y creo que ha llegado el momento de ser mayor

viernes, 20 de junio de 2008

Al principio no hubo, luego hubo


B. deja la BN. La cosa suena simétrica pero por dentro da pena. Yo ya he dicho en otra parte que la BN, esa vieja señora, es un poco madrastrona. Pero todos exageramos, como dice M. un trabajo es un trabajo, y no hay que exagerar. Pero a B. la queremos, además de que tiene blog, y aunque no la perdamos del todo de vista, preferiríamos tenerla más cerca, tomar con ella algún café (o un té en su tetera eléctrica) e incluso oír algunas de sus afirmaciones tajantes o sus juicios rotundos. Definitivamente echaremos de menos que nos ponga música una mañana gris, o que critique a los poderosos con tanta sinceridad como afán de solucionar problemas.
El título de este post es una fórmula de inicio de las narraciones que aparece en mi última lectura El rojo de las flores, que comento en Macondo. Que por cierto se queda sin su madre generadora B. Supongo que crearas otro en tu nuevo lugar de trabajo y te veo dentro de unos años con un emporio de Macondos por toda la geografía de las bibliotecas madrileñas, cuando yo ya sea una brujitecaria jubilada.
Seguro que donde vayas harás mejorar tu entorno y que aunque al principio no haya, luego habrá. Yo espero y deseo lo mejor para ti, nuestra protobloguera. Y gracias por mi BSO, me encanta.

Piel dura y corazón tierno

Tengo mis propias leyendas sobre las grandes ciudades. Solo conozco algunas directamente (Madrid, París, Aten as o Roma) y algunas no muy profundamente, pero aquellas cuyas calles no he pisado (Nueva York, Londres, Tokio, y un largo etcétera), contribuyen también a esa leyenda privada. Como todas esas intuiciones que no tienen que ver mucho con la racionalidad sino más bien con las ideas preconcebidas y no empíricamente comprobadas, me da un poco de miedo y otro de vergüenza exponerlas a la opinión pública, pero al mismo tiempo tengo la tentación de confrontarlas con otras opiniones y debatirlas. Hace poco hemos hablado en el trabajo en la comida sobre estos temas, y algunos amigos coincidieron conmigo, así que allí van mis teorías no científicamente comprobadas.
La piel, la superficie de la vida de las grandes ciudades es dura y bronca, con un día a día muy incómodo para todos los ciudadanos que la habitan: el tráfico, las prisas, los malos transportes públicos, la inseguridad, el cabreo habitual y generalizado produce un sentimiento de aspereza e inquietud que nos afecta a todos.
Pero luego, esporádicamente y a veces cuando suceden tremendos dramas más o menos colectivos, florece en lo profundo de las ciudades un espíritu solidario y amable, un sentimiento de comunidad intenso que las hace respirar como un organismo vivo unido.
Este corazón tierno, desgraciadamente, no nos libra de la aspereza de la vida cotidiana, pero al menos nos hace soñar que es posible otra vida en las ciudades. Y la habrá.

Ya se acaba

Las vacaciones se van acabando. Yo tengo la mala costumbre de anticiparme en el tiempo, tanto para las cosas buenas como para las malas. Eso hace que el viernes por la tarde empiece a pensar en la vuelta al trabajo el lunes por la mañana.
Como se acaban, es hora de hacer recuento. He hecho algunas de las cosas que me había propuesto y otras no. Pero he hecho las fundamentales: descansar, estar con gente que quiero y quererme a mi misma. También he tenido que asistir a alguna reunión que no me apetecía, pero que finalmente no han sido tan malas como pensaba, o sobre todo me han dado la satisfacción de hacer lo que debía.
Pero aún quedan 3 días y medio. Intentaré hacer alguna de las muchas cosas que enumeré en una lista al comenzar las vacaciones (se trata de la resaca de un curso de organización del trabajo) y sobre todo espero seguir descansando y disfrutando.
Por eso, estudiaré inglés, me bañaré y tomaré el sol con mi familia, cuidaré mi jardín y leeré y oiré música, es decir viviré, que es lo importante y lo que deseo para todos. Vivid

Tormenta global

Anoche hubo una tormenta en la sierra, pero como tantas cosas, también las tormentas han cambiado radicalmente en los últimos años.
Me explicaré, en Collado Mediano y en los pueblos de la sierra hasta ahora, las tormentas, especialmente las de verano, son tormentas itinerantes, que recorren todo el circo montañoso. Así, lo normal en estas tormentas es que tantos los rayos y truenos como la lluvia (o el granizo, si se tercia), se acerquen y se alejen como rebotando en las montañas.
Pero anoche no fue así, comenzó en progresión, pero luego se mantuvo en el mismo sitio y con la misma intensidad durante más de media hora. Llovía con saña y tronaba continuamente, la luz de los rayos irrumpía constantemente sobre la noche cerrada, con esa luz entre azulada y blanquecina característica.
Aunque siempre me han gustado las tormentas, ayer me produjeron un punto de inquietud. Recordaba a mi madre, que siempre que yo mostraba la alegría salvaje que producen en mi éstas, me recordaba que había gente sin techo o que no pueden ponerse a cubierto. Anoche yo pensaba lo bueno que ha sido para mí tener una madre que se acordara siempre de los que lo pasan mal.
Esta mañana, cuando he salido a pasear con mi perro no me he encontrado demasiados rastros de la tormenta salvo muchas ramas de árboles o de setos arrancadas y un sin fin de rosas caídas, alguna de ellas todavía frescas. Camino del riachuelo a donde vamos nos hemos encontrado a la gorda, que se llama en realidad Dolly y es una perra grande amiga de Corso. Hoy estaba suelta y nos ha acompañado al río y se me ha ocurrido pensar si habrá pasado miedo ayer con la tormenta, porque vive en una parcela con caseta, ella, 2 o tres gatos, dos caballos y unas cuantas gallinas.
Supongo que no, mi perro ayer dormía como un tronco en lo más álgido de la tormenta. Le teme a los petardos y a los fuegos artificiales, pero se ve que las tormentas, aunque sean del calientamiento global y el cambio climático, le traen sin cuidado.

Los argumentos de Paloma

Según había prometido voy a transcribiros las ideas sobre la gramática de Paloma, personaje de la novela La elegancia del erizo:

Yo en cambio creo que la gramática es una vía de acceso a la belleza. Cuando hablas, lees o escribes, sabes muy bien si has hecho una frase bonita, o si estás leyendo una. Eres capaz de reconocer una expresión elegante o un buen estilo. Pero cuando se estudia gramática, se accede a otra dimensión de la belleza de la lengua. Hacer gramática es observar las entrañas de la lengua, ver cómo está hecha por dentro, verla desnuda, por así decirlo. Y eso es lo maravilloso, porque te dices: «Pero ¡qué bonita es por dentro, qué bien formada!», «!Qué sólida, qué ingeniosa, qué rica, qué sutil!». Para mí, sólo saber que hay varias naturalezas de palabras y que hay que conocerlas para poder utilizarlas y para estar al tanto de sus posibles compatibilidades, hace que me sienta como en éxtasis. Me parece, por ejemplo, que no hay nada más bello que la idea básica de la lengua, a saber: que hay nombres y verbos. Sabiendo esto, es como si ya te hubieran enunciado la esencia de todo. Es maravilloso, ¿no? Hay nombres, verbos...

Se trata de una novela interesante, que narra la historia de dos mujeres muy inteligentes que se esconden, Renée y la ya citada Paloma. La autora parece estar de acuerdo con la idea de Mar, que opina que la gente mala suele ser también tonta. No sé si estoy de acuerdo con ella, pero lo que si es cierto que para mi la maldad tiene algo de falta de inteligencia. Y que la mezquindad inherente a la maldad tiene un regusto a simplonería y memez.
Esta novela, como ya señalé está escrita por una francesa de aspecto bibliotecario. En España tenemos una (o más supongo) narradora bibliotecaria, Nuría Amat. De Nuria he leído un libro de cuentos que se llama El ladrón de libros y otras bibliomanías, del cual recuerdo remotamente un "cuento" o relato inundación en el que enumera los vicios y virtudes de las mujeres españolas de su generación. A mi me impresionó, pero no tiene merito: lo veo tan cercano...

Cuarto día de vacaciones

El primero estuvo nublado e hizo bastante frío, a pesar de estar mediado junio, no se sabe si por enfriamiento de la corriente del Golfo o por contrarrestar las teorías del calentamiento global. El segundo ya salió el sol, ese astro este año bastante desconocido y puede estar en el jardín y sentir como el sol me reanima. Como he hecho un curso de aprovechamiento del tiempo y el sol es mi amigo pero demasiado sol produce cáncer, he hecho toda una planificación del ocio: a primera hora, hasta las doce o así, paseo a Corso, respondo correos, tomo sol mientras oigo inglés o leo y nado un poco o por lo menos me muevo en el agua. Cuando el sol esta arriba y pica que no se puede aguantar entro a arreglar cualquiera de las muchas cosas que he ido dejando sin hacer: ordenar libros y apuntes, arreglar una percha de pared que se ha caído, sacar y ordenar ropa...
En fin, cosas no demasiado interesantes para contar, aunque sí para hacer. Ultimamente pienso que la vida es tan corta y que hacemos tantas tonterías, dejando de hacer aquello que de verdad queremos.
Voy a comentar las lecturas de estos meses que no he escrito. He leído una novela Eduardo Mendoza, El asombroso viaje de Pomponio Flato, que narra las correrías de un romano del orden ecuestre, que en busca de la sabiduría y de un agua que al beberla la otorga, vive unas desternillantes aventuras en Nazaret, con un Jesús niño muy ingenuo y con historias tan interesantes como la especulación sobre unos terrenos cercanos al templo. En la gente que lo ha leído hay división de opiniones, a mi me ha parecido un buen entretenimiento.
Otra de las novelas leídas estas semanas atrás ha sido una historia de misterio con recorrido histórico. Se llama La llave maestra y es de un catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, Agustín Sánchez Vidal. A P. le ha parecido una novela pretenciosa y tengo que darle la razón cuando pienso que la trama habla de un código genético de la información en forma de laberinto... Casi nada. Pero a mi me ha gustado, son dos historias distantes en el tiempo que se entrecruzan la de Raimundo Randa y Mano de Plata por un lado, que viven en la España de Felipe II y la de Raquel Toledano y David Calderón en la actualidad. Además, en la historia de Raimundo Randa se cruzan Juanelo Turriano, Juan de Herrera, Arias Montano y la construcción del monasterio de El Escorial. Además hay un protagonista mudo, la plaza mayor de la ciudad de Antigua, que para mi también resulta muy atractivo. Bueno, leedla y luego me decís.
A. me ha regalado otra novela magnífica, La elegancia del erizo, segunda obra de una autora francesa que como Amèlie Nothomb tiene pinta de bibliotecaria. Se llama Muriel Barbery y nació en Casablanca (no es mal sitio) y mañana prometo transcribiros un párrafo sobre la gramática que me ha encantado. Os dejo, me reclaman el sol y el agua, ¡lástima que no podáis oler la madreselva!

viernes, 25 de abril de 2008

Largo puente de lectura

No han sido días tranquilos ni desocupados, pero aun así he sido capaz de terminar dos libros que tenía a medias y que quiero comentar aquí. El primero de ellos es El rey transparente de Rosa Montero y cuenta la historia de Léola, una campesina francesa nacida en el siglo XII y que para salvarse se disfraza de guerrero (de hombre de hierro) y vive mil aventuras en un mundo revuelto, que incluye conocer la corte de Leonor de Aquitania y la herejía de los cátaros. Rosa Montero aclara que se trata de una novela ucrónica, que lo que pretendía era mostrar en ella son cosas que no se produjeron en los 40 años de vida de Léola/Léolo, sino el ambiente inquieto de unos 100 años que para ella suponen el germen de la modernidad: nacimiento de la individualidad, de la idea de la libertad y la felicidad individual. Para la autora, el Renacimiento del siglo XIV no hace más que recoger estas ideas. Y esta novela está centrada en una mujer porque Rosa Montera opina que ese es otro de los síntomas de modernidad de la época, la importancia concedida a las mujeres, por ejemplo en las Cortes de Amor o en la religión de los cátaros a las llamadas Buenas Mujeres.
Sobre todo el libro planea la sombra de la regresión a las eras obscuras, y la esperanza del eterno retorno de lo que llama la Hermosa Juventud, que es algo así como la juventud del mundo, el deseo de amor y libertad para todos los hombres.
El otro libro es algo más duro se llama Cometas en el cielo, es de un autor afgano llamado Khaled Hosseini y ha dado lugar a una película de igual nombre.
Narra la historia de Amir y de su amigo y criado hazara Hassan y de su traición a éste, en un Afganistán invadido por los rusos. De la huida de Amir y su padre a través de Pakistán hacia California y de su vida allí en las comunidades de afganos, hasta que un amigo le pide volver para salvar al hijo de Hassan.
La novela es una novela de retorno a los orígenes, a la patria destrozada por las guerras, con los recuerdos infantiles de los torneos de cometas conviviendo con las crueldades de los talibanes y con la destrucción de un paisaje y el aniquilamiento de una sociedad que parece mucho más libre al inicio de la novela que hacia el final. Es, no hay duda, una vuelta a la obscuridad, pero también sin ninguna duda, volverá la Hermosa Juventud.

Dehesa y más

La dehesa es un campo acotado para que paste el ganado. En Collado hay una que además tiene canteras de roca, que cuando llueve se llenan de agua y hacen unas buenas lagunas o charcas. Una de las más grandes es la que yo llamo la charca de Casiopea, que usa el ganado incluso en el más tórrido verano.
Se llama la charca de Casiopea porque a la fauna habitual (ranas , conejos en las madrigueras de alrededores, patos y alguna vez garzas) se sumó hace algunos años una tortuga que alguien dejó ahí. Sobrevivió algunos años, pero el año pasado la encontré muerta en un repecho.
Siempre que me acerco a esta charca voy a sentarme en una silla de roca, cercana al agua y de frente a la Maliciosa y a la Bola del mundo. Allí sentada no es que me relaje, es que me olvido de mi yo, y me convierto en roca, agua, hierba...
Olvidarse de tu yo es lo mejor que te puede pasar: vives intensamente, pero de una forma más primordial, eres pero sin conciencia. Sientes con mayor intensidad.

Dos cuestiones de trabajo y de bibliotecas

B. dice que los empresarios o empleadores en general abusan de un tipo de persona que tiene problemas de soledad o de pareja, para hacerlos trabajar como animales. Yo creo que es al revés, los empresarios tiran de personas cuyo único rasgo característico es su sentido de la responsabilidad y que al final tienen problemas de soledad y de pareja o familiares, debido a la gran cantidad de trabajo que realizan, que les impide cultivar amistades, atender a su familia o similar.
El trabajo es en principio una actividad liberadora, tan creativa como cualquier actividad artística. Mediante él desarrollamos unas capacidades innatas, y aceptamos algunas sobrecargas necesarias para un desarrollo de nuestro yo. Sólo cuando cuando se supera un determinado umbral el trabajo se convierte en un elemento perturbador en nuestra vida.
-----ooOoo-----
Hace uno días comí con unas compañeras de la biblioteca que trabajan con los libros antiguos, a las que acompañaba un colega danés que trabaja con manuscritos. Hablamos en inglés, cada uno según sus conocimientos. En un momento dado, una de mis compañeras dijo que en nuestra biblioteca se sabe mucho de tecnología y poco de manuscritos.
No estoy de acuerdo o por lo menos quiero matizarlo. No es cierto que se sepa mucho de tecnología, y ello a pesar de que los conocedores de ésta quieren difundirla y se afanan por hacerlo. Y, sobre todo, si no se sabe demasiado de manuscritos y de obras impresas antiguas en general se debe al elitismo y el escaso interés de los especialistas en dar a conocer estos materiales. Quizás se deba al dilema entre conservación y difusión, pero lo cierto es que tradicionalmente el acento no se ha puesto en su divulgación.
Llevo 30 años en una super biblioteca, solo hace unos años percibo cierto afán en difundir tales tipos de documentos. Antes creo yo que no había el menor interés. Si alguien opina lo contrario, lo podemos discutir.

lunes, 21 de abril de 2008

Mal lunes de vacaciones

Antes de ayer tuvimos una celebración de puertas abiertas de nuestra biblioteca, que todos vivimos como una oportunidad de que se nos conozca fuera de éstas; lo que somos y lo que hacemos.
Porque es muy difícil saber qué hacemos si el conocimiento ha de llegar a través de intermediarios (periodistas, políticos, etc.) y si las bibliotecas no forman parte del paisaje de la mayoría de los españoles. Es un poco descorazonador tomar conciencia de lo poco que sabe el público de nuestros afanes y nuestros trabajos.
Pero bueno, vinieron 1525 personas y esperamos que este granito de arena sea como el consabido grano de mostaza. Nosotros lo vivimos como una fiesta, pese al mal tiempo y a tener que trabajar un día más en una semana ya de por si cargada de trabajo. También a pesar de los nervios y el miedo escénico, acuciado por la presencia de periodistas y cámaras.
También fue ocasión de estar de acuerdo con los jefes, sin que sirva de precedente, que manifiestan el parecer de que el sentido del humor y las ganas de diversión no están reñidos con el trabajo bien hecho. Porque esta verdad evidente ha sido siempre a lo largo de mi vida una dificultad añadida: siempre he tenido que demostrar que además de simpática soy trabajadora y responsable.
No importa mucho, seguiré siendo como siempre he sido, intentando aprender cada día y hacer las cosas lo mejor que pueda, riéndome siempre que sea posible (¡es gratis!). Los que vean las cosas de otro modo puede que tengan razón, pero seguro que lo pasan peor.

viernes, 11 de abril de 2008

Aquí estoy otra vez

Hace mucho que no vengo por aquí. Tengo poco tiempo, si, pero sobre todo pocas ganas de hablar. Pero hoy me encontrado cantando por la dehesa ya soleada una canción muy vieja. Será porque la brumosa tarde de ayer, que llenaba el verde de misterio, se ha abierto.
La canción de Raimón es de un tiempo pasado, pero revive el sentimiento y la fuerza de aquellos días; ahora la vemos sólo como una canción de amor, pero antes leíamos entre lineas un canto a la izquierda y a la libertad: ¡con qué poquita nos conformábamos!
Está en valenciano, pero yo creo que se entiende, y me ha traido de golpe a muchos otros: Lluis Llac, Sisa y sus siete cielos y aquellas viejas canciones:

http://www.videoblogs.com/visor_youtube.php?web=youtube&id=rb99ns9XdRI&clave=RAIMON

Quan tu te'n vas al teu país d'Itàlia
i jo ben sol em quede a Maragall,
aquest carrer que mai no ens ha fet gràcias
e'm torna el lloc d'un gris inútil ball.
Ausiàs March em ve a la memòria,
el seu vell cant, de cop, se m'aclareix,
a casa, sol, immers en la cabòria
del meu desig de tu que és gran i creix:
"Plagués a déu que mon pensar fos mort
E que passàs ma vida en dorment".
Entenc molt bé, desgraciada sort,
l'última arrel d'aquest trist pensament,
el seu perquè atàvic, jove, fort
jo sent en mi, corprès, profundament.
Al llit tan gran d'italiana mida
passe les nits sentint la teua absència,
no dorm qui vol ni és d'oblit la vida,
amor, amor, és dura la sentència.
Quan tu te'n vas al teu país d'Itàlia
el dolor ve a fer-me companyia,
i no se'n va, que creix en sa llargària,
despert de nit somou, somort, de dia.
Em passa això i tantes altres coses
sentint-me sol que és sentir-te lluny;
ho veig molt clar quan fa ja cent vint hores
que compte el temps que lentament s'esmuny.
Vindrà el teu cos que suaument em poses
en el meu cos quan ens sentim ben junts,
i floriran millor que mai les roses:
a poc a poc ens clourem com un puny.

Raimon 1973

Bueno ahora si que estamos todos, ha vuelto B. y se nos une M. ¡Ya somos un montón!

domingo, 23 de marzo de 2008

Tiempo de despedidas

No sé que tienen estos días, que resultan propicios a las despedidas. M. no ha tenido más remedio que despedirse en estas fechas, como siempre su vida está sometida a tantas otra vidas: antes su marido y siempre sus hijos.
Pero ahora los demás solo han influido en cuestiones superfluas, es ella la que hace su elección principal, se casa a los 50, porque ella lo ha decidido y elegido, aunque a algunos les moleste.
A todos tus amigos nos da pena que te vayas, y no digamos a tu nieta postiza P., pero los que te queremos de verdad estamos tan contentos de que tu vida vuelva a empezar, de que te devuelva alguna de las muchas copas que has pagado sin beberte, que nos tragamos nuestra nostalgia y solo queremos que sepas que aquí nos tendrás siempre para lo que quieras.
Allí, en tu nueva casa, hace más bueno, aunque no tanto como en el México donde naciste, y seguro tendrás la suerte que te mereces, y trabajarás en lo que quieras, sin el agobio de sacar a tus hijos adelante o de pagar las cuentas de la casa.
Vendrás a ver tus nietos, el de verdad y la postiza, y seguro nos vemos en junio o antes. Solo falta darte las gracias por tu ayuda durante estos años. Muchas gracias y mucha suerte

domingo, 16 de marzo de 2008

Recordando a Conchi


El 8 de marzo es el Día de la mujer trabajadora, uno de esas fechas inventadas para seguir sin valorar algo que no tiene precio, el trabajo de la mitad de la humanidad. El que se tratase de una mentira no impedía a Conchi traernos cada año, a quienes consideraba sus amigas, un clavel rojo.
Este año, el viernes 7, no se quien, supongo que la dirección, decidió regalarnos a todos un clavel rojo y por la mañana nos recibieron nuestras "azafatas" con claveles para todos, sin importar el género.
Para mi, fue como si Conchi volviera con nosotros, a pesar de la muerte injusta y de los tres ¿o cuatro? años que hace que nos falta. En este universo de olvido e inmediatez, es bueno recordar a quienes nos dejaron, porque un día tampoco nosotros estaremos más que en el recuerdo de quienes nos quisieron.
Frente a tantas amistades que te eligen y te exigen no se sabe qué (que estés a la altura de lo que imaginaron sobre ti, supongo), Conchi tenía un modo especial de no pedir nada y ofrecer siempre algo, con ella siempre encontrabas una palabra de aliento y de ánimo. Es la forma más inmensa e inmediata de amistad, eso y el recuerdo.
Amistad, nada menos...

sábado, 8 de marzo de 2008

Libros, libros, libros...

Hace ya una semana que he terminado un libro policíaco, de P.D. James, A certain justice, leído en inglés como parte de la estrategia de aprendizaje de esta lengua. El libro trata sobre el asesinato de una abogada en la corte de Londres y tiene cierto tufillo conservador, con su argumento trata de forzar las conciencias en contra de algunas decisiones judiciales, terreno este que me parece siempre peligroso: las decisiones judiciales pueden ser erróneas, pero peor error es prescindir o actuar por encima de éstas. Por lo demás, es un buen libro, muy bien narrado y con el consabido morbo que suele imprimir su autora en algunos personajes: Garry Ashe es un personaje extraño, psicópata pero no de una pieza y aparecen más personas con temperamentos y actitudes muy reales por la contradicción que entrañan. En cuanto al inglés, te introduce en la jerga legal y llega a convertirse en una lectura fácil.
Luego he vuelto a la lengua paterna y estoy leyendo Tu rostro mañana. III. Veneno y sombra y adiós y como siempre me ocurre con Javier Marías, me voy adentrando poco a poco en su español tan rico y en su mundo personal, lleno de cosas interesantes, como la prolijidad y minuciosidad de sus descripciones de estados de ánimo, su dibujo de los personajes. J.L. dice que no le gusta Marías porque en sus novelas no pasan cosas, yo creo que está equivocado, pasan muchas cosas, pero además las acciones están repletas de reflexiones, y al principio eso se hace un poco duro, luego te encanta y te envuelve literalmente, entras en su mundo ensoñado y lo vives como si fueras Jacobo Deza.
Después pienso volver al inglés y leer La historiadora, que espero que se trate de una lectura fácil. Además, de resultas de una conversación de almuerzo, he recuperado a una vieja amiga Natalia Ginzburg y me han entrado ganas de releer Las pequeñas virtudes, contra mi costumbre.
Estoy además trabajando en un grupo que estudia la aplicación de los blogs, wikis, etc. a los clubs de lectura y encuentro mucha información oficial sobre cómo organizarlos, como siempre produciendo cierta rigidez, absolutamente incompatible con el ánimo lector. La lectura para mi la máxima expresión de la libertad y cualquier campaña para favorecerla tiene que tenerlo en cuenta, así también los clubes de lecturas sólo deben ofrecer posibilidades, pero no imponer demasiadas cosas.






domingo, 24 de febrero de 2008

Matizaciones

La primera, respecto a mi post del fin de semana pasado. En el rompía muchas lanzas en favor de la independencia profesional, sin matizar que cualquier grupo profesional debe además estar dispuesto a ser controlado por la instancia social adecuada. Es decir, independencia no quiere decir no estar sometidos a ningún control, sino que el control sea también profesional, no mediático ni de acoso social.
La segunda matización surge a raíz de una conversación con un grupo de compañeros, en que comentamos airadamente la opinión de una persona acomodada que adujo que los jóvenes españoles querían todos tener una casa propia y un coche. Dado el estado del tema de la vivienda en España, el tema levantó unánimes ampollas y, como siempre en que la mayoría está de acuerdo, no hubo mucha finura en el análisis y sí cierta opinión desfavorable de la autora del comentario, considerada por todos una privilegiada.
Es verdad que es un comentario inoportuno en un país donde el tema de la vivienda es uno de los peor gestionado por los sucesivos gobiernos (o mejor, de los no gestionados en absoluto). Pero , como siempre, la cosa requiere un comentario. La persona en cuestión debía hacer el comentario en relación con otros jóvenes que conoce, los de un país sudamericano con graves problemas de violencia y de pobreza. Es cierto que frente a los problemas de mera supervivencia de los jóvenes de otros países del tercer mundo, lo de los jóvenes (y no tan jóvenes españoles) parece un poco frívolo.
Pero es cierto también a una persona preparada, conocedora de ambos mundos, no le está permitido hacer a la ligera este tipo de comentarios. Las dos orillas de estos mundos luchan por el futuro y hay que soñar que pronto en todo el mundo las aspiraciones se parezcan más y sean menos dramáticas.
El problema, (o la solución), quizás sea ver siempre dos caras en cualquier asunto.

domingo, 17 de febrero de 2008

Estoy de acuerdo

Aunque a veces cueste aceptar de forma incondicional una opinión ajena, estoy absolutamente de acuerdo con la opinión que manifiesta Javier Marías en La zona fantasma de El País Semanal de hoy, que lleva por título Una historia de vilezas. Hoy habla Marías del acoso que sufren, todavía hoy, y a pesar de la sentencia absolutoria, el doctor Jorge Montes y el equipo de médicos de urgencia del Hospital Severo Ochoa de Leganés.
Hubo una supuesta acusación anónima y a raíz de ella se levantó toda una batalla judicial y mediática contra unos profesionales, con mucho oportunismo y con intenciones como mínimo mezcladas: no se sabe si se quiere realmente castigar un hecho supuestamente delictivo o sacar a debate temas como los cuidados terminales y, de soslayo y a traición, la buena muerte o eutanasia.
Casi no me entero de las noticias y las sigo de forma irregular, porque realmente las siento cuajadas de todo tipo de vilezas. Con el horizonte de la próximas elecciones peor aún, se pueden levantar oleadas tremendas de inmundicias... Pero el caso de los doctores de Leganés pone de relieve un asunto que afecta a todos los profesionales, y es el hecho de que nuestro trabajo está siempre sujeto a los juegos cambiantes de la política. O lo está en los países menos evolucionados, al menos. Esto implica que los trabajos más serios: sanidad, educación, cultura; estén sometidos a mil vaivenes y no a la única fuerza que debería regirlos, que es la de la razón (creo que en este caso se trataría de la razón práctica).
Aprovecha Marías para comentar que la tendencia al anonimato está muy arraigada en la web y que es una de las razones de que no le guste. A mi me pasa igual que él en ese aspecto, no me gusta la capacidad de enmascaramiento que proporciona (el famoso chiste de "me gusta la web porque nadie sabe que soy un perro" o el repetido engaño de compañeros de clases usando identidades falsas me da cien patadas), pero me encanta que me deje expresarme, aunque solo le importe a mis amigos y quien me conoce, que pueda encontrarlo todo aquí, aunque como en cualquier otro sitio deba juzgar criticamente lo que encuentro. Estos amores son un poco inexplicables, a lo mejor solo me gusta la web por lo que decía mi padre, porque soy una novelera.
Al margen de otras disgresiones, lo que no me gusta es la falsedad y menos aún la calumnia y la falta de respeto por las decisiones judiciales no acordes con nuestras opiniones. Tenemos que formar buenos profesionales y luego dejarlos trabajar en paz, con toda la independencia que sea posible.

domingo, 10 de febrero de 2008

Otro libro interesante

He terminado un libro, Notes on a scandal, de una autora que no conocía, Zoe Heller, y del que tampoco sabía que existe versión cinematográfica. Se trata de la historia (más o menos real) de un caso de relaciones entre una profesora y su alumno al final de los años 90.
La profesora es una hippy de clase media alta, que enseña cerámica en un instituto. La obra está narrada por una profesora de este instituto, Bárbara, algo mayor que la protagonista, soltera y solitaria, uno de cuyos rasgos de carácter es su afán por acaparar las vidas de sus amigas, y que además tiene un papel importante en la historia.
El alumno, Steven Connolly, está tratado con pinceladas un poco burdas, pues la obra está planteada desde la óptica de la cincuentona enamorada del cuerpo (¿y también del alma?) joven y al "pobre" alumno no se le da la más mínima importancia.
Curiosamente según mi opinión tiene mayor ingenuidad la adulta profesora Sheba que el adolescente. Esto puede verse como un intento de manipular, como la adopción de un punto de vista extremadamente subjetivo o simplemente como el reflejo de cierto grado de realidad: determinadas clases sociales propician la eterna infantilización de los individuos que la forman y viceversa, otras clase propician un rápido encanallamiento de los niños, especialmente en el terreno sexual. Es curioso sin embargo como se relata la pérdida de voluntad que produce el enamoramiento en sus fases más álgidas, y como este sentimiento salta por encima de cualquier consideración moral o incluso práctica.
En cuanto a la narradora, que el común de los mortales podría considerar intrínsecamente mala y traidora, para mí es digna de conmiseración, pues a pesar de ser una persona inteligente y capaz, su sentimiento de soledad, aislamiento y humillación la convierte en un ser peligroso para su amiga y, especialmente, para sí misma.

domingo, 3 de febrero de 2008

Una Atenas viva

Conocí Atenas hace muchos años, en 1982, en que estuve allí unos 15 días para ver los campeonatos de Europa de Atletismo. Recuerdo que entonces me decepcionó bastante esta ciudad llena de ruido y de olores orientales. Ahora la he encontrado casi treinta años después, incluida en la Europa de la Unión, pero conservando mucho de ese encanto que entonces no supe ver. Ha sido en un libro llamado Defensa cerrada de Petros Markaris. Es una novela policíaca que tiene por protagonista al teniente Jaritos. Se trata de una trama bastante compleja, en la que se mezcla el lavado de dinero negro, la corrupción política y la venta de partidos de fútbol de tercera división.
Jaritos es un policía curioso, que se pone enfermo (infarto de miocardio) y que tiene un lenguaje algo canalla, que recuerda a la Junta Militar con alguna nostalgia y que tiene con su mujer Adrianì una continua lucha y un amor especial. Atenas es en esta obra una ciudad sucia y bulliciosa, permanentemente atascada por el tráfico y llena de inmigrantes de todos los lugares de europa, especialmente albanos, pero su caos la hace maravillosa de alguna forma extraña.
Acababa de terminar dos novelas de Donna Leon Blood from a stone y Doctored evidence, que a pesar de describir una ciudad especialmente intensa, lo hacen desde otra óptica. Petros Markaris es turco, pero parece amar Atenas de una manera muy contradictoria, como suelen ser estos amores a estas viejas ciudades, estos universos tan llenos de humanidad y detritus.
Es curioso cómo podemos empezar a gustar de un lugar retrospectivamente, y como ese gusto es al mismo tiempo añoranza y rechazo de quienes éramos en esos tiempos. De modo que todos los sitios en los que hemos vivido se vuelven de algún modo paraísos perdidos, solo recuperables en los sueños de lo escrito, como decía mi amiga Beatriz.