domingo, 30 de noviembre de 2008

Un poco de nieve y mucho hielo

Este fin de semana ha nevado un poco en Collado, o mejor dicho nevó un poco el viernes por la tarde. El resultado en la mañana del sábado era un manto blanco un tanto engañoso, porque tras su hermoso aspecto se escondía una superficie helada y totalmente resbaladiza.
Eso me ha hecho reflexionar en la buena prensa que tiene la nieve y, por el contrario, la mala imagen que tiene el hielo, que sólo es deseado en forma de cubitos, en un vaso y a ser posible en verano. Me ha venido a la mente la bruja blanca de Narria, que resulta hermosa en la película de Andrew Adamson, pero que representa la gelidez del hielo.
Dos han sido las satisfacciones de este fin de semana, el primero de ellos la vuelta a casa bajo los pequeños copos sobre la tarde ya anochecida, pues resulta muy hermoso el contraste del blanco de estos contra el fondo azul obscuro de la noche. Generalmente también la caída de la nieve crea un silencio y una sensación de paz inmensos, pero el viernes el viento y la sensación de frío tapaban el silencio.
La otra satisfacción ha sido el fuego de la chimenea permanentemente alimentado y los perros tumbados frente a él, aunque ha habido que trabajar un poco ha resultado un fin de semana tranquilo, aunque algo solitario. Pero la soledad es buena de vez en cuando, sobre todo si tienes que trabajar.
(La foto es de la dehesa con nieve, pero mal hecha)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Etimologia de cadernera

Tal como prometí en el último post, os traigo la etimología de la palabra catalana cadernera: procede de la palabra cardo, que es lo que al parecer comen los jilgueros. La sorpresa es la evolución de la palabra jilguero, que procede del latín silguero o sybilum, que significa también cardo.
Cuando estudiaba Filología románica una de las materias que más me gustaban era la lingüística románica, que estudia la evolución de las palabras en los distintos idiomas a partir del latín. El primer tomo del manual de Lingüística románica de Heinrich Lausberg, tenía un índice que era para mi una fuente de diversión permanente, porque me llevaba a la descripción de la evolución en español, italiano, francés, italiano o rumano.
Comprendo que para la mayoría hay gustos que merecerían palos, pero aún queda una vuelta de tuerca más en mi historial de friki redomada: también me encanta la paremiología o ciencia de los refranes, y especialmente la paremiología comparada. No sé si sigue existiendo la revista Paremia, que se editaba en los años 90 y que he encontrado en Virtual Cervantes. No le concedo valor de verdad o realidad, porque hay refranes para una cosa y su contraria, pero me gusta la forma en que exponen sus razones rimadas, en el fondo creo que lo que me emociona es la música de las palabras.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Això era i no era, bon viatge faci sa cadernera...

Lo primero es traducir el título de este post, que es una fórmula popular mallorquina de comienzo de las narraciones y que significa Eso era y no era, buen viaje tenga el jilguero.
O por lo menos así lo traducen en La mitad del alma, uno de los libros de Carme Riera que he leído mientras encuentro En el darrer blau, es decir, En el último azul. El otro es una novela corta muy entretenida y rápida de leer, El verano del inglés, que cuenta lo que le ocurre a una española de 49 años, que decide quemar su último cartucho para aprender inglés y contrata un agosto pedagógico en una mansión de la campiña inglesa, su trama está el humor y el terror, pero al margen de la exageración literaria, una se siente identificada con esa necesidad perentoria de mejorar el nivel de inglés, no sólo para ascender profesionalmente, sino por vergüenza torera y para curar la propia autoestima.
La otra historia es una hermosa historia con algo de folletín, en la que una escritora descubre que quién creía que era su padre puede no serlo y que la muerte de su madre está sumida en un profundo misterio. Este argumento le sirve a la autora para poner en pie una historia de maquis y de empresarios franquistas, de espías y contraespías y de historias de amor ciertas o inventadas, con fondo del París de los exiliados españoles.
Como oí a su autora en la conferencia que ya mencioné en este blog, estas historias son las herederas de las que contaba su abuela mallorquina, que tenía el don de contar y fue la responsable de su vocación como escritora. Muchos autores literarios disfrutan de ese don de narrar, entre otros Rudyard Kipling, que siempre me ha parecido no solo la esencia del oficio de escribir, sino uno de los rasgos distintivos de la especie. Ahora bien, creo que no sólo es un don, es también un músculo. Hablando de dones, os aconsejo un canción de Jorge Drexler, Don de fluir, que me parece preciosa.
Como también es hermosa la palabra cadernera, cuya etimología prometo buscar, ya que difiere tanto de nuestro término jilguero. ¡Ah, las palabras, las lenguas y su música escondida!

jueves, 20 de noviembre de 2008

Zapatillas de clavos

En estos días de vida ajetreada, en medio de algunos recuerdos no muy buenos me ha venido a la memoria uno profundamente estimulante: el recuerdo de la compra de mis primeras zapatillas de clavos.
Trataré de explicarme, siempre me ha gustado el deporte, pero empecé a hacer atletismo un poco mayorcita, después de terminar Románicas y mientras me enfangaba en la famosa vida laboral. Que haya empezado tan mayor no quiere decir que la ilusión fuera menor ni que los medios económicos fueran más; por ejemplo, a pesar de ser una pésima atleta, probé casi todas las pruebas, incluido el pentatlón y me divertí muchísimo aprendiendo a pasar vallas o lanzar disco. En cuanto a los medios económicos, la compra de mis primeras zapatillas de clavos supuso algún tiempo de ahorro y, sobre todo, un estudio logístico profundo del mercado, que realicé con ayuda de FASM, mi amigo fondista, gentleman y cascarrabias, mi "hermano", como algunos decían.
Tras bastantes deliberaciones, una vez elegida la tienda de deportes adecuada, el par elegido fue uno de color turquesa de piel vuelta muy ligera, que una vez que estuvieron en mi poder me hacían sentirme a mi también "la hija del viento", aunque mis marcas de velocidad nunca alcanzaron siquiera la categoría de discretas. Pero igualmente yo me sentía volar, como si las aladas zapatillas redujeran mi peso y aumentaran la fuerza de los músculos de mis piernas. Recordaba el cuento de Andersen de Las zapatillas rojas y era feliz`pensando que dentro de mis zapatillas turquesa estaban las marcas que yo soñaba, igual que las rojas guardaban dentro el don de la danza (otro de mis sueños recurrentes, el baile, la danza, el movimiento con música).
Ya no recuerdo como terminó el idilio de mis zapatillas de clavos, supongo que como todos se iría sumiendo en la rutina de las marcas mediocres, pero aún me parece sentir la alegría de los primeros días al ponérmelas, tras el calentamiento, al comienzo de las series o para competir. Y la alegría recuperada no tiene precio y además me parece mucho más valiosa si pienso que es bastante raro que yo haya podido hacer atletismo, no sé de muchas bibliotecarias que lo hayan hecho.
B., eso tenemos que hacer, cuidar cualquier recuerdo alegre por pequeño que sea, mimarlo y disfrutar de nuevo de él, y también olvidar los malos, para poder seguir viviendo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

En el último azul

Para empezar, hoy voy a hablar de un libro que no he leído, pero que espero leer cuanto antes, En el último azul, de Carmen Riera, a quien oí el pasado jueves una conferencia sobre cómo se hace una novela.
En principio no pensaba haber asistido, en mi opinión a veces este tema se reduce a una serie de argumentos egocéntricos y a unas cuantas formulas banales. Pero la charla de jueves estuvo en la mejor escuela de los estudios sobre la creación literaria y además arropada por la personalidad de su autora, que es una mujer muy simpática y muy conectada con una serie de escritores y poetas de su generación (que es la mía).
Volviendo a En el último azul, a veces hay libros que te rondan, que están a tu alrededor y te apetece leer, pero que por un sinfín de circunstancias no has leído, este el caso. Ya hace unos años vi a una compañera de trabajo leyéndolo y me apeteció hacer lo propio, pero no sé por qué no lo hice. El jueves, Carmen contó algunas escenas del libro y se me despertó de nuevo un apetito enorme. ¿Por qué?. Pues no sé. Primero, quizás el título que parece magnifico (es muy difícil titular bien, y hay títulos que son obras de arte: Se una notte d'inverno un viaggiatore); después Mallorca a dónde no he ido a pesar de haber pasado algunos de los mejores años de mi vida en Ibiza y por último el tema de los chuetas o xuetes, del que me gustaría saber más.

En resumen, estoy contenta de que en esta semana haya conseguido hacer algo diferente, aparte de trabajar que es bastante divertido para mi, pero que creo que ocupa demasiado tiempo de mi vida.

Mis compis de desayuno

Desde hace treinta años, todos los días laborables he desayunado con tres compañeras de trabajo que en un principio estaban en la misma unidad funcional, la que procesaba las publicaciones periódicas, pero que tras los primeros ocho años estaban en departamentos diferentes. Ahora dos de ellas se jubilan y me dejan sóla con M. Ya antes se jubiló P., a la que siempre me sentí muy ligada y que me enseñó mucho no solo de bibliotecas, sino de la vida en general y en especial del entusiasmo y de la alegría de vivir. Más tarde se incorporó R., que ahora también se jubila. Cuando pienso en como se generaron estos grupos cambiantes, recuerdo el término afinidades selectivas y me pregunto si esto definirá nuestro conjunto disjunto: somos todas tan diferentes y sin embargo hemos continuado juntas durante tanto tiempo que a veces resulta difícil de entender.
Las dos se van contentas de hacerlo, porque han trabajado duro y no han obtenido muchas satisfacciones de este trabajo, ni en recompensa efectiva ni en reconocimiento de ningún tipo. La administración es así, desperdicia muchos buenos individuos con su manera supuestamente igualitaria de recompensar. Yo creo que con un empresario inteligente, M. y R. las compañeras que se van hubieran obtenido muchísima mejor posición y reconocimiento, pues cada una de ellas tiene una de esas cualidades imprescindibles en el trabajo: la meticulosidad y la organización del trabajo, el sentido práctico o la actitud de colaboración y ayuda, etc.
Sin embargo, se han desaprovecharon sólo en parte estos talentos, porque ellas han seguido haciendo bien la parte del trabajo que les correspondía y también han representado un papel importante en la institución, resolviendo gran cantidad de problemas que ahora ya no lo son.
Para mi han sido las amigas con las que contrastaba mis informaciones sobre el trabajo y sobre el mundo en general y con las que aprendía a exponer opiniones diferentes. Pero básicamente han sido buena gente que me ha soportado (mi impaciencia, mis ganas permanentes de correr, mis malos rollos).
Han sido muchos años de oírnos, de esperarnos, de no coincidir, de despedirnos para las vacaciones o de contarnos las tristezas. Estoy segura de que nos seguiremos viendo, aunque no sea en todos los desayunos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un libro que he tardado en leer

Se llama El arte del placer, de Goliarda Sapienza y me parece que me ha durado algo más de un mes, porque lo compré alrededor de mi cumpleaños, allá por el 24 de septiembre. Al principio me ha costado: se trata de un libro de muchas páginas (767) y que es algo así como un experimento de una ser decidido a apostar por la independencia y la libertad.
Narra la historia de una mujer nacida en la más absoluta miseria, criada con su madre y con su hermana mongólica y violada por su supuesto padre. De este ambiente misérrimo surge un ser amoral que no duda en matar para librarse de aquello que la oprime y que poco a poco se va labrando duramente una vida privilegiada, como princesa de los Brandiforte.
Ya en esta posición vive desde Sicilia el novecento Italiano; la ascensión del fascismo y su derrota, mientras crecen hasta tres generaciones de gentes libres, que son capaces de vivir y de amar a su manera, sin librarse de los avatares de la cárcel y el dolor, evidentemente.
Es un libro escrito por una persona privilegiada, especialmente educada en un ambiente como el siciliano, dónde esto no es fácil.
Lo bueno y lo malo de este libro es que da siempre la impresión de que se trata de un experimento realizado al margen de la realidad. Pero al final estoy contenta de haberlo leído, es un buen exponente de al antiguo optimismo del pasado siglo, de su afán por probarlo todo. Este siglo es menos vital, menos optimista. Y el optimismo es una fuerza necesaria.