domingo, 27 de enero de 2008

Bibliotecas, bibliotecarios y otras vanidades

Esta pasada semana se han presentado en la BNE una serie de innovaciones que ya están presentes en la mayoría de la bibliotecas del mundo e incluso de España: metabuscador, gestor de enlaces. Esto convierte a las bibliotecas en algo más próximo a las expectativas de los usuarios, y parece un cambio importante en nuestra forma de ser. Porque curiosamente aunque deberíamos ser la institución puntera en la aplicación de la nuevas tecnologías de la información, la verdad es que esto no es así, y ni el resto de las bibliotecas ni los usuarios nos ven como la avanzadilla de la técnica. Y lo que es peor, tampoco nosotros nos consideramos creadores de futuro, sino más bien guardianes del pasado.
Los bibliotecarios somos esos seres confundidos en la sopa de letras de las nuevas tecnologías, en el mejor de los casos mal digeridas y entendidas, y en el peor, simplemente ignoradas, en un intento suicida de vivir al margen de ellas. Eternos aprendices de todo, a veces pecamos también de cierto papanatismo: hablamos de acceso abierto sin conocerlo más que teóricamente y nuestra vida es una lucha continua contra lo desconocido, sin las armas de la debida formación.
También existe la facción que defiende el "retorno al pasado", justificándolo en aras de una supuesta calidad, olvidando que en el terreno de la información, la calidad reside en la adaptación a las necesidades de los usuarios, ofreciéndola de una forma rápida y concisa. Somos una correa transmisora entre el pasado y el futuro; del pasado traemos el idealista deseo de educar al pueblo, al que en mi opinión no debemos renunciar, y nuestra misión es también adaptarnos a las nuevas formas de aprender y saber.

sábado, 19 de enero de 2008

Un sobrino más

El 16 nació un nuevo sobrino, ahora que ya estamos en tanda de sobrinonietos. Es hijo de mi hermano pequeño, que a pesar de haber pasado ya ampliamente de los 40, siempre será el chico. Nació en miércoles y pesó un montón.
Es difícil saber cómo será la vida para la generación que nace ahora, es decir, es cada vez más difícil, porque tampoco en nuestro caso o en el de las generaciones que nos han seguido era posible imaginar a los cambios que nos íbamos a enfrentar. Quizás lo más seguro sea eso, el propio cambio. Y no hay duda de que la información cobrará cada vez mayor relieve, así como los sistemas que ayuden a gestionarla y sacar el mayor provecho de ella.
Pues eso E., que la vida te trate dignamente, que tengas oportunidad de desarrollar los dones que te hayan sido otorgados, que no malgaste tu pólvora en salvas, que cuides tu cuerpo y tu alma y disfrutes la vida plenamente.

jueves, 10 de enero de 2008

La pequeña Lulu y el síndrome postvacacionalito

He vuelto a casa con la cabeza hecha un bombo y los nervios en pie de guerra. Hemos estado discutiendo asuntos laborales importantes, en los que nos toca casi siempre sufrir las consecuencias de las decisiones de otros, y encima de que te comes el coco tratando de solucionar las cosas, te sueles arrepentir de discutir las cosas con más vehemencia de la necesaria. Se puede achacar a la pasión, en plan lírico, o una falta de control más cercana a fallos educativos, pero en cualquier caso deja un poco de mal sabor de boca, porque ahonda en los desencuentros con la gente y ayuda a que te sientas más solo.
Ultimamente oigo en todas partes que en España se trabaja mucho pero mal, que tenemos horarios y mentalidades atrasados, que tenemos malos jefes (o que somos malos jefes). La conversación ya empieza a molestarme, porque tiene mucho de tópico y tiende a considerar culpable de esto a cualquiera menos a nosotros. El caso es que es cierto que el trabajo es mucho y pocas las vacaciones y que además éstas provocan una serie de consecuencias psicológicas tremendas: imposibilidad de desconectar del trabajo, las temidas vacaciones activas (de las que soy una fan incondicional), y sobre todo el llamado síndrome postvacacional, que es el caso ahora de mucha gente. En mi caso se queda en sindromito, porque han sido unas vacaciones cortitas, pero producen a la vuelta al tajo muchísimo hastío y una gran multitud de preguntas filosóficas de esas que no llevan a ninguna parte pero fastidian: quien soy y adonde voy, qué he hecho yo para merecer esto, por qué no me haría yo artista o funambulista, etc. Total, que te agarras un cabreo sordo de aupa y, o te cargas de una plumazo al maldito síndrome, o estás listo.
Yo me lo voy a cargar, y para ello he buscado en la red música y recuerdos. Y entre los recuerdos, uno que me encanta, el de mis lecturas exhaustivas de los comics de Novaro de la Pequeña Lulú, de su amigo Toby y de los cuentos tan maravillosos de brujitas que le contaba a su hermanito para dormirse, que protagonizaba ella misma y la brujita Agatha. He encontrado en la red las viejas imágenes, que me despiertan una ternura increíble, y me he propuesto volverlas a leer, aunque puede que sea decepcionante porque ya no soy la que era, eso está claro.
Pero así me cargo el famoso sindromito de las narices... Os traigo una portada y un enlace a la Ciberniz en el que habla del personaje.

domingo, 6 de enero de 2008

Año nuevo en el sur


Hemos estado siete días en el sur, en el mar. Cuatro días de sol y baño corto en el mar y 3 días de lluvia y galerna. La foto es del primer de los días nublado y lluvioso y es hermosa porque recuerda que el mar no es únicamente un juguete, sino que es mil cosas mar.
Siete días dedicados a pasear por la playa, a recoger cristalitos y conchas pulidos por el mar, a hacer miles de fotos de sol poniéndose. Sin ordenador, sin Internet, sin blogs.
Ya hemos vuelto a casa, a la chimenea encendida y el viento serrano. A Internet y a las terribles noticias del mundo. Pronto habrá que volver a trabajar, a la lucha continua por la mejora y la excelencia...
Da pereza, apetece sentarse a leer al lado de la chimenea, olvidar el ruido y la furia exterior y recordar tan solo el fragor del mar tormentoso de este enero del 2008. Es lo malo de concederse un descanso, que luego cuesta volver a las mezquinas rutinas diarias. Aunque se añoren las otras rutinas del mar y de los cambios de tiempo. Pero tenemos por delante otro año, habrá que lucharlo.