miércoles, 31 de diciembre de 2014

No demasiado tarde para ser lo que podías haber sido

"Nunca es demasiado tarde para ser lo que podías haber sido" Esta es una frase de Middelmarch de Georg Eliot y ha sido Jesús quien la ha traído a colación en nuestro grupo de watsap de antiguos compañeros del INEF. Es una frase magnífica que resume todos los objetivos personales, no solo de estas fechas, sino de toda la vida: ser uno mismo, con todas las potencialidades desarrolladas...
Espero que realmente quede aún tiempo para crecer y amar, no solo personalmente, sino en la dimensión social y humana. La vida es muy corta, apenas un suspiro.
Se ha ido nuestra compañera Concha Lois, una bibliotecaria de la Biblioteca Nacional con tradición en la institución, pues su madre también trabajó en ella. No fuimos amigas pero siempre tuvimos un trato cordial aún cuando sus especialidades de bibliógrafa y referencista no fueron nunca las mías, a pesar de mis muchos años de biblioteca; ya he dicho en muchas ocasiones que hubiera necesitado muchas vidas para realmente saber de esta gran biblioteca.
Pero hoy no quiero hablar de sus méritos profesionales, que ya tendrá quien hable ellos mucho mejor que yo. Solo quiero hablar con ella, como cuando comenzó a estar enferma y se jubiló para luchar codo a codo y de frente con su enfermedad. Quería decirle que siento que no pueda abrir un nuevo calendario este 31 de diciembre y que en la primavera no pueda reunirse con sus compañeras de facultad para tomar café y charlar sin tiempo. Que espero que sus nietos puedan guardar un recuerdo amable de su bondad y su simpatía.  Que la recodaré siempre con su pequeño pupitre y su violeta africana, en la luminosa sala de bibliografía, sin despacho y cerca de su gente y sus usuarios.
Y si, habrá que seguir intentando ser lo que podíamos ser, hasta último aliento.

sábado, 13 de diciembre de 2014

In-civismo

Puede que a veces achaquemos a nuestra mala educación lo que no es más que un accidente debido a factores incontrolables como las fuerzas de la naturaleza o similar, pero lo cierto es que hay demasiados ejemplos de mala educación ciudadana como para seguir manteniendo la fe en la inocencia de nuestros conciudadanos. No solo es que se tiren a la calle todo tipos de envases de bebidas y papeles, es que se roban plantan pertenecientes a la comunidad y también se destruyen bienes comunitarios, como sistemas de riego o iluminación pública. Todo ello demuestra una un cabreo sordo y sobre todo cobarde, que destruye por el simple hecho de jorobar, sin más beneficio que la descarga de mala baba.
En la dehesa boyal de mi pueblo hay tres o cuatro alcornoques grandes y antiguos, de uno de los cuales ya hablé aquí. El más antiguo, de alrededor de 300 años, ha sido catalogado como árbol singular y se ha incluido un cartel que lo comunica y explica sus características


 Pues bien, a menos de un mes, ya está desmontado el cartel y tirado al pie del árbol. Como la cosa coincide con la entrada de las vacas, cabría suponer que han sido ellas la causa de este desastre. Pero a mi ya no me queda ingenuidad para creerlo, hace unos días uno de los junquillos estaba suelto y lo clavé con una piedra, ayer ya estaba deshecho y lo que veo en este pueblo, como en tantos otros, es una incuria y una falta de civismo generalizados, tanto de los originarios del pueblo como de los que tienen aquí una segunda residencia.

Este árbol, como mi preferido que mencioné en otra entrada y que esta más abajo en la misma dehesa, es un superviviente que ha visto varias guerras, y miles de cambios en este país de gentes incívicas, menos el único cambio con el que soñamos todos los que lo queremos.
Yo creo que el cambio que necesitamos es el que signifique más educación, más respeto hacia el otro más flexibilidad y más ponerse en la piel y en los zapatos de los demás. Que nos ayude a escuchar más y a chillar menos. A buscar el éxito con tiempo para madurar, a trabajar la inteligencia creadora, más allá del golpe de ingenio efectista que manejamos a la perfección.
Somos un buen pueblo, los españoles, a pesar de la fama y también a pesar de nuestras realidades. Pero a lo mejor el problema es que nos gusta demasiado ese carácter chulesco y a contracorriente. Cómo decía V., mi amiga adolescente, "no puedo luchar contra mis defectos porque... ¡en el fondo, me gustan!"
Todo se acelera cada vez más y da la impresión de que no queda ya mucho tiempo para seguir equivocándonos. Seguro que es una falsa impresión, pero yo parafrasearía a Ortega y Gasset y diría: "Españoles, a las cosas", y esas cosas serían las verdaderamente importantes: la educación, el respeto al bien común (de verdad, no de boquilla), el amor al trabajo bien hecho (aunque sea lento) y el respeto al otro, que es la germen de la concordia y la convivencia.
Esto me ha salido un poco paliza, disculpadme los que me leáis.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Sobre el silencio

Aunque el silencio tiene algo de mala prensa, para mi es algo bueno, si es definido como la ausencia de ruidos. Nada hay más relajante que el silencio en un país en el que se chilla de tristeza, de alegría o de ira. Si te sientas en una habitación sin ruidos o en medio de la naturaleza, la paz te invade y los pensamientos fluyen dulcemente y sin estridencias. Estoy segura de que debe ser un método terapéutico de primera, que debe recolocar cada cosa en su sitio y devolver a sus orígenes las estructuras y funciones cerebrales.
Otra cosa es el silencio como falta de comunicación o trasmisión de información. Creo que una característica humana es querer compartir lo que vivimos y sentimos y que solo por desconfianza y tras sufrir malas experiencias se produce ese "apagón autoinfomativo", esa reserva exagerada. 
A mi me alegra compartir un hermoso día a través de una foto, y aunque estoy de acuerdo con Javier Marias (Mira lo que hago) en que en cierto modo refleja infantilismo y que a veces la urgencia por compartir puede impedirnos disfrutar de lo que vivimos de primera mano, tiene también un componente de atrapar lo pasajero, de anclar en la memoria lo que pasa a gran velocidad sobre nuestros sentidos.
Por otra parte, la idea de lanzar al mundo nuestro yo egocéntrico es una invención: la red es un desierto de millones de almas que se siguen comunicando solo en círculos pequeños: familias, amigos y poco más. 
Y por lo demás dirigirse a las masas es un oficio que hay que conocer y que a mi personalmente no me interesa, es algo que produciría un vértigo tremendo, entre otras cosas porque tendría miedo de trasmitir un mensaje dañino o negativo.
Así que aquí sigo, contando lo que leo y lo que me alegra y, pocas veces, criticando alguna cosa o contando alguna tristeza o dejándome llevar por la melancolía. He tardado en volver precisamente porque me he cuestionado si tenía sentido, dado que hay mucha gente inteligente que no se lo ve. Pero he decidido que yo comparto y cuento lo que siento más que nada conmigo misma y que escribirlo me sirve para ordenarlo (converso con el hombre que siempre va conmigo...).
Esta silencio tiene, además, otra causa, el inicio de una nueva etapa con más tiempo, en la que la cantidad de estímulos y la variada oferta de actividades me están haciendo correr de una a otra, con ansias por poder hacer todo aquello para lo que hasta ahora no había tenido tiempo. 
Pero ya he vuelto. Nunca podré dejar de escribir. Aunque no me lean más que unos sufridos amigos a los que envío estas entradas por correo, como mensajes dentro de una botella.
Y comparto con ellos aquí una foto nocturna de Cuenca.