sábado, 14 de abril de 2012

A Leopoldina

A Leopoldina, que yace debajo debajo de un roble en un lugar mágico, hija de una madre pasiega y un padre zamorano. A Leopoldina que nació en cuesta y pasó bastante frío, y a quien A. cuidó junto con su vecina y la veterinaria y a la que dio todo el amor de que fue capaz y todos los cuidados. A Leopoldina, a la que su madre no pudo dar todaosu calor y tampoco alimentar.
Vivió solo tres días, mi ahijada, y aunque nosotros imaginamos sus sufrimientos con una perspectiva distinta, es posible que todo haya sido una nebulosa entre el existir y el desaparecer. Su cuerpo negro, suave y blando casi no ha llegado a cobrar realidad. 
La hermosa burrita de morro blanco que iba a apadrinar se ha muerto. No sé si los animales sufren la ausencia y, por tanto, si su madre la echará de menos. Sé que A. sí la añora y la ha llorado extensamente, en un patético coro con la vecina y la veterinaria. Que la magia del lugar donde duermes te acompañe siempre, que te conviertas en el genius loci de esa casa mágica, de esa tierra mágica, que nunca vi, tan cerca del mar, tan cerca de la montaña.

jueves, 5 de abril de 2012

La speranza que delude sempre

Los malagueños, aun los más descreídos, sabemos lo que significa una tarde lluviosa de Jueves Santo, la incertidumbre de si podrán o no salir los pasos, y en particular si podrá salir la Virgen de la Esperanza, el último paso del día más grande de nuestra Semana Santa. Porque esta tarde noche salen la Virgen de la Paz, el Jesús Nazareno y la Soledad de Viñeros, el Cristo de la Buena Muerte y la Soledad de Mena, Jesús de la Misericordia y Ntra Señora del Gran Poder, el Cristo de los Milagros y la Amargura de Zamarrilla... Y al final, la Esperanza. Y si sale la Esperanza, todos los males se achican y se puede con todo lo que venga, que no suele ser poco.
En estos tiempos en que el lujo de la Semana Santa parece un tanto fuera de lugar, es cuando más fuerza recobra el mito de la Esperanza. La speranza que delude sempre, pero que cada día se reconstruye, porque es imposible vivir sin ella. 
Y entre nubes y claros, la gente, esa gente aperreada que sufre las crisis y las levanta, se viste y se arregla para celebrar la esperanza eterna, a pesar de todo.

domingo, 1 de abril de 2012

Sol

Hace tanto tiempo que quiero al sol, desde tan pequeña... Recuerdo el olor del aceite que nos aplicaba mi madre a toda la banda de blanquitos de piel delicada en la playa, a los 6 o a los 7 o a los 8 años. Y nuestro juego permanente en la orilla o dentro del mar, con el sol calentando o quemando en el cogote y en los hombros, en la entonces agreste playa de Pedregalejo.
Y recuerdo también los dibujos que el sol componía en aire del aula del Instituto de calle Gaona con las motas de polvo, aquella que estaba arriba junto a una terraza, en ella teníamos clase con Maribel, la profesora de griego que me hizo amar le lengua y la historia de la Grecia clásica.
Y el sol cayendo verticalmente sobre las pistas de atletismo del INEF, un mayo de mucho calor, sobre los años 80 o 90, asistiendo a una competición de esas que supone 15 horas de gradas y de pruebas, con el equipo de Málaga, el CAIM, un piña de amigos discutidores y peleones.
Y tantos días de playa precoz en Málaga, en abril o mayo, esperando entre nubes ese sol que no solo calienta, sino que también hace feliz.
Muchas, muchas horas de sol en la playa, en el monte, cuidando plantas en el jardín, como esta tarde. O en invierno en la calle, andando entre sombras hasta llegar a un trocito soleado en donde el cuerpo se reconforta y el alma se expande. O pasear entre las manchas de sol de una arboleda, allá por la Sierra.
El sol es mi combustible: luz y calor. Recuerdo un grafitti del metro de Madrid, curiosamente escrito en francés: Nous sommes du soleil (una obra del grupo Yes, al parecer). Pues eso, yo también soy del sol