domingo, 20 de diciembre de 2009

La Nochebuena se viene, la Noche buena se va


Creo que ya todo quisqui sabe lo poco familiar que soy, porque entre otras cosas lo he contado aquí varias veces. Pero la Navidad es una ocasión para el recuerdo y es imposible recordar la niñez sin recordar a la familia.  Aunque parecerá raro a los que me conocen, yo he cantado cuando era pequeña villancicos con mis hermanos, mis tíos y mis primos, delante de un nacimiento y con zambombas y almirez y quiero decir que en mi recuerdo creo que no sonaba ni mal, mis tías eran muy profesionales del asunto y lo hacían con mucho sentimiento.
El resto, los más pequeños, desafinábamos como podíamos y preguntábamos el sentido de las letras: ¿Por qué se alquilan en el cielo balcones para un casamiento?, ¿qué quiere decir pero mira como beben los peces en el río? ¿Beben los peces? y otras preguntitas semejantes.
Recuerdo que este villancico del título del post lo entendías muy pronto, no sé si con alguna ayuda o no. Se refiere es que pasan las nochebuenas y hay gente que ya no está ... 
No todos los años falta alguien, pero este 7 de diciembre se ha ido mi tío Aldo, el hermano de mi madre, un hombretón con el que no he tenido mucho trato  (por ejemplo, al pertenecer a la rama italiana de la familia, jamás le he visto cantando villancicos, y en Navidades rara vez nos reuníamos), pero aún así recuerdo su voz llamando Mamma a mi Nonna, mi abuela materna, y su bromas y su sonrisa.
Poco sé de él aparte de los "datos técnicos": una esposa española, mi tía Sole, y cinco hijos, cuatro chicos y una chica. Trabajó, creo, como empresario en Marruecos y vivió entre Málaga y Tetuán. En sus últimos tiempos dicen las crónicas familiares que le gustaba perderse por África, aunque parece algo difícil para una persona ya bastante mayor. De todos modos, sea o no cierta esta leyenda, reconozco que me gusta, le añade misterio a la vida de mi tío, que en mi imaginación infantil era todo un héroe, no sé si por vivir en África o porque le gustaba cazar jabalíes. También era gracioso que fuera el hermano pequeño de mi madre ese señor tan alto y con una estructura ósea tan tremenda.
En fin, todos tendremos un día una biografía tan esquemática como la que doy aquí de mi tío Aldo Piano Bettini, y quizás lo único importante sea que hayamos sido buenas personas y que algún niño nos recuerde con cariño y nos lleve consigo mientras viva.


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