domingo, 8 de marzo de 2009

Los mansos

Acabo de leer a Elvira Lindo, el artículo de este domingo se llama Bienaventurados los mansos y como suele ocurrirme con esta autora, sus argumentos me han parecido hoy también muy próximos. Habla de situaciones extrañas en las que a veces se ve uno envuelto, no se sabe si por bondad o por mansedumbre.
"Los mansos", no hay duda de que el término tiene connotaciones negativas y no sólo en el ámbito de los toros, y este simple hecho es ya una perversión de lo razonable y deseable. Ser manso, desear la paz, ser tolerante, desear el bien propio y el ajeno son valores deseables si queremos convivir entre nosotros, habitantes de un planeta desquiciado. Un planeta donde los niños tienen ataques de ira o enferman de cosas tan desoladoras como el autismo o el inmisericorde cáncer.
Pero ya lo he dicho otras veces, la mansedumbre, la bondad, la tolerancia, tienen mala prensa y aún más la tuvieron en el pasado, cuando se hablaba de "la santa intolerancia".
Para no ser monolítica en mi disquisición debo decir que parte de la mala prensa de la mansedumbre puede deberse a la exageración en la blandura y el exceso de comprensión: hay exceso también en quererlo comprender todo, olvidando que la mera maldad y el puro egoísmo también existen.
Pero soñar en un mundo en que de verdad los mansos, los pacíficos, poseerán la tierra es un buen sueño, uno que merece la pena soñar.

(N . cumple años y deja la BN, su entusiasmo y su creatividad seguirán siempre aquí)

1 comentario:

  1. La mansedumbre a veces es una maldición, un defecto paralizante, una actitud moral peligrosa a veces cercana a la indiferencia. Llevo viviendo con ella muchos años, y la odio cuanto más parte de mí mismo es. Esa bestia que todos llevamos dentro, bueno, pues la mía está en huelga

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