domingo, 3 de agosto de 2008

La conquista de la felicidad, de Bertrand Russell

Bertrand Russell escribió este ensayo en 1930, antes de la enorme sacudida que supuso para occidente la última guerra mundial, con todo ese alarde de crueldad gratuita; por lo tanto muchas cosas parecían distintas. Sus consejos vitales son bastante conservadores, a lo mejor porque están dados desde la razón y la lógica, que siempre buscan un punto medio de efectividad y eficiencia.
Está organizado este ensayo en torno a dos núcleos: causas de la infelicidad y de la felicidad. Desde luego no descubre cosas que no sepamos ya: las causas de la infelicidad son la competitividad, el equilibrio entre el aburrimiento y la excitación, la fatiga, la envidia, el sentimiento de culpa, el sentirse perseguido y el temor al que dirán. Y aún hay que contar con que todos esos motivos de infelicidad se han exacerbado con el paso de tiempo: la fatiga es hoy casi nuestro medio natural a causa de nuestra civilización, ruidosa, multiduninaria y agresiva.
Especial mención merece el tema del sentimiento de culpa, que parece una condición imprescindible de la vida actual. Las mujeres y los hombres de hoy tienen un sentimiento de culpa permanente por no prestar atención a los niños, a los mayores, a los que quieren, a los amigos... De este modo hacemos todo mal, y estamos siempre en un lugar distinto a nuestra localización física real.
Puesto que no habla de nada nuevo y ni siquiera llega a apreciar la verdadera dimensión del problema, ¿qué aporta la lectura de este libro a los lectores de este maldito siglo XXI?.
Pues fundamentalmente el recordatorio de aquello que nos produce felicidad. Lo primero de todo, el entusiasmo (que puede incluso tener un punto de irracionalidad si queremos), después el cariño, la familia, el trabajo (porque el trabajo es un motivo de felicidad primordial, no lo olvidemos), los intereses o aficiones y el equilibrio entre el esfuerzo y la resignación.
Tampoco son estas causas de felicidad desconocidas para nosotros, y dependiendo de cada persona, cada uno añorará alguna de éstas cosas que ayudan a ser feliz.
Personalmente, lo que me parece más valioso de este libro es, en primer lugar, un cierto desenmascaramiento de las buenas intenciones, y en segundo, la recuperación del sentido de la proporción, desviando así el centro de atención del yo hipertrofiado de la gente de hoy a un nosotros que debe incluir a toda la humanidad.
Abundando sobre esta idea, nos recuerda que la única forma de crecer es "salirnos" de nosotros mismos y aceptar y recibir todas las influencias exteriores, que hacen crecer nuestro yo al tiempo que le curan de su aislamiento.
Y a continuación voy a intentar leer del mismo autor On education, de la que tengo una edición preciosa, que apetece leer a pesar de su letra pequeña.

2 comentarios:

  1. Está bien leer un libro que te recuerde las cosas que producen felicidad. A veces nos olvidamos de ellas y sólo vemos las que nos hacen infelices.

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  2. Eso es lo que yo llamo lectura de verano, Bertrand Russell. La felicidad esta ahí, a la vuelta de la esquina, ya la tocamos, ya la tocamos, solo falta un poquito...

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