jueves, 28 de mayo de 2009

Novela inacabada o novela abierta

Ayer por la tarde, con un sentimiento de cierto desconsuelo, he terminado una novela de 1125 páginas que se me ha acabado en un abrir y cerrar de ojos: 2666, de Roberto Bolaño, su última novela, publicada después de su muerte en el 2003. La discusión técnica es si se trata de una novela inacabada, es decir, que Bolaño no tuvo tiempo de terminar, o de una novela "abierta", es decir cuyo final está expuesto a los sueños y las interpretaciones de sus lectores.
Me da igual. Para mi se trata de una novela que se cierra como un círculo, a pesar de estar compuesta de 5 novelas: La parte de los críticos, La parte de Amalfitano, La parte de Fate, La parte de los crímenes y La parte de Archimboldi. Cada una es muy diferente a las demás, pero todas tienen una característica común, te vas metiendo tanto en las historias que cuando se acaba cualquiera de ellas y comienza la siguiente, siempre te da pereza entrar en el nuevo mundo que describen, atrapado por la ensoñación de la anterior. Una misteriosa línea argumental se va dibujando a través de estos fragmentos diversos, que comienzan con las vidas entrecruzadas de cuatro críticos literarios enamorados de autor escondido, Berto von Archimboldi, del que apenas se conoce más que sus obras, escritas en alemán y la editorial que las edita, la editorial Bubis de Hamburgo. Esta primera parte es la más intelectual, acaba con la visita de los críticos a México, donde al parecer se ha trasladado Archiboldi, y donde son agasajados por Amalfitano un profesor de universidad chileno con una hija de 17 años, Rosa. Ambos viven en Santa Teresa, una ciudad del mexicana del norte, que se ha interpretado como una metáfora de Ciudad Juarez.
La siguiente narración comienza cuando un periodista de Chicago, Fate, afroamericano que trabaja en una publicación concienciadora llamada Amanecer negro, se traslada a Santa Teresa para escribir sobre un combate de bóxeo entre un norteamericano y un mexicano. Allí se entera de que la ciudad se comenten frecuentes crímenes de mujeres y entra en relación con la hija de Amalfitano, Rosa, salvándola de una situación bastante equívoca y sobre todo peligrosa.
La tercera parte es quizás el núcleo de la obra. Se centra en los crímenes de Santa Teresa y su estructura objetiva, narrando el horror de la acumulación de crímenes de mujeres, previa violación y tortura, crean un ambiente asfixiante, lleno de supuestas verdades que luego son mentiras, con detenciones definitivas y vueltas a empezar. En algún momento se dicen dos frases significativas, que en México nada termina realmente, y que "en estos crímenes se esconde el secreto del mundo"; esta última afirmación la hace un personaje muy curioso, una adivina y recogedora de hierbas medicinales. Esta parte termina abruptamente, con algunas detenciones de posibles culpables, entre las que figura la del dueño de una tienda informática, de origen alemán, Klaus Haas.
En último fragmento se cierra en cierto modo el círculo. Es la historia de Hans Reiter, un niño prusiano lariguirucho como un alga y al que le gusta tanto el mar que en varias ocasiones está a punto de perecer ahogado por prolongar demasiado sus inmersiones. Este niño, hijo de una tuerta y de un cojo, crece y hace la guerra con los alemanes de Hitler, mata a un empresario asesino de judíos y tras la guerra comienza a escribir y se convierte en Benno von Archimboldi.
El argumento se cierra, pero la obra no es solo el resultado, es el camino, su descripción de los paisajes y los hechos, y también de las personas. La historia recorre casi entero el siglo veinte en la Europa convulsa entre el facismo y el comunismo y la vida y la muerte en la frontera entre México y Estados Unidos.
Creo que voy a seguir a Bolaño durante mucho tiempo, los dos libros suyos que he leído me han abierto el apetito lector.


domingo, 24 de mayo de 2009

Es domingo y toca poesía

LOS PERROS ROMÁNTICOS

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.

viernes, 15 de mayo de 2009

Quienes éramos

Hace unos días se ha muerto Antonio Vega, del que apenas sé nada
más que algunas letras de canciones que me han emocionado.
Para algunos representa los 80 y la movida madrileña. Para mi es 
un ingenuo más que quería comerse el mundo y al que el mundo se comió
Pero ha dejado un bonito cadáver, sus canciones, entre las que para 
mí destaca la incluyo en este post, cantada magníficamente en su momento 
por Luz Casal

Una décima de segundo
 
Un momento en una agenda, 
una décima de segundo más 
vuela, 
va saltando de hoja en hoja, 
mil millones de instantes de que hablar. 
Una ráfaga de aire frío 
un molino de viento hace girar, 
sigue, 
va rodando sobre su eje 
describiendo una trayectoria más. 

Y es que no hay nada mejor que imaginar, 
la física es un placer. 
Y es que no hay nada mejor que formular, 
escuchar y oír a la vez. 
Mide el ángulo formado por ti y por mí, 
es la solución a algo muy normal aquí. 
Ahora tú no dejes de hablar, 
somos dos relatos y un par, 
incógnita que aún falta por despejar. 

Busca un libro que diga Cómo, 
luego otro que se titula "Así", 
sigue 
un tercero llamado "Nada" 
es la fórmula de un círculo sin fin. 

Y es que no hay nada mejor que remover 
el tiempo con el café. 
Y es que no hay nada mejor que componer 
sin guitarra ni papel. 
Paralelas vienen siguiéndome, 
espacio y tiempo juegan al ajedrez. 
Ahora tú no dejes de hablar. 
Incógnita que aún falta por despejar. 
Y es que no hay nada mejor que remover...


Fue un tiempo muy curioso, en el que todo estaba en ebullición y existía 
un sentimiento de que todo era posible y de que la libertad era infinita. 
Ya lo dije, éramos unos ingenuos, cada uno a su manera, y también 
probablemente unos inconscientes y descerebrados, pero fue un tiempo 
bastante estimulante y los de ahora me lo parecen menos .
A todos los que lo vivimos nos queda el regusto agridulce de la nostalgia
de todo lo bueno y el rechazo de lo que se llevó por delante a tanta gente
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, sólo es mejor su nostalgia